Valdemoro

El carnicero Leo: «Ciega, tortura y mata»

Leandro, presunto descuartizador de una joven de 18 años en Valdemoro, vivía obsesionado con la muerte y con el culto al cuerpo. Su hashtag preferido: «Asesino psicópata»

Los tatuajes de los que alardeaba Leandro en sus redes sociales muestran payasos asesinos, arañas y un corazón de fuego en el pecho
Los tatuajes de los que alardeaba Leandro en sus redes sociales muestran payasos asesinos, arañas y un corazón de fuego en el pecholarazon

Leandro, presunto descuartizador de una joven de 18 años en Valdemoro, vivía obsesionado con la muerte y con el culto al cuerpo. Su hashtag preferido: «Asesino psicópata»

«Ir a ponerse tocho para hacer el bestia es lo mío» acompañado de las etiquetas «asesino psicópata» y «dolor». Es el mensaje de la imagen que ilustra esta página. Fue tomada tan sólo unos días antes de que Leandro, presuntamente, acabase con la vida de una joven de 18 años y la descuartizase para, posteriormente, deshacerse de algunos de sus restos. El cráneo lo tiró a unos matorrales. Precisamente las calaveras son una de sus obsesiones y colgaba sus imágenes en redes sociales donde se hace llamar «El carnicero Leo: el que ciega, tortura y mata». De su obsesión por su cuerpo también da cuenta.

Leandro llevaba días extraño, taciturno, y sorprendentemente «hinchado». Dicen en su entorno que últimamente había abusado demasiado de los anabolizantes y que había pasado de tener un carácter «introvertido» a mostrar una actitud hosca. Vivía obsesionado con el culturismo. Aquellos que le conocen e incluso han compartido sesiones de entrenamiento con él no pueden comprender cómo el hombre, de 26 años y nacionalidad colombiana, pudo cometer semejante atrocidad: matar presuntamente a la joven y, según las primeras informaciones, hasta pintar con su sangre las paredes.

Una de las compañeras del gimnasio al que acudía y que conoce a Leandro desde hace más de cinco años, aseguraba ayer a LA RAZÓN que en este periodo de tiempo había cambiado mucho: «Cuando le conocí no era “el tatuador carnicero”, sino simplemente un chaval tranquilo, al que le gustaban las pesas, que vivía dedicado al gimnasio y a estudiar».

Pero algo se torció y pudo estar relacionado con la enfermedad que padecía, esquizofrenia, y por la que al parecer no se estaba medicando, lo que le provocaba esos cambios bruscos. Creían en su entorno que otro de los apodos que él mismo se había puesto en redes, «el carnicero tatuador», era simplemente eso, un mote, no el reflejo de lo que ha resultado ser en realidad, una mente perversa propia de Haníbal Lecter (el caníbal protagonista de la película El silencio de los Corderos) que él veneraba, ya que en la casa que ocupaba en Valdemoro, según informó «El Mundo», se encontraron carteles del filme, así como catanas, cuchillos y parafernalia de ritos satánicos y brujería. Tanto es así que en su perfil de Instagram hay mensajes como « Santa ira», «noches psicopáticas» y también citas a la mafia colombiana. A Leandro le gustaba además acudir a lugares muy especiales durante sus viajes: los cementerios, donde se fotografiaba ante las tumbas.

Su bulldog era su fiel compañero y con él salía a pasear muy temprano por las mañanas donde coincidía con Carlos, uno de los vecinos, quien comentó a este periódico que también llegó a ver a la víctima en más de una ocasión en el chalé de la calle Francia 124 de Valdemoro que el hombre había ocupado hacía un tiempo. Le llamó la atención la joven porque, apuntó, Leandro no tenía muchos amigos, ni familia, más allá de algunos clientes –a los que tatuaba en el chalé– y su pareja. «Él y su novia eran muy raros», aseguró el vecino, quien llegó a encontrarse con él un día después de que presuntamente se cometiera el atroz crimen, el pasado miércoles. Sin embargo, según apuntó, en esta ocasión no fue capaz ni de sostenerle la mirada y se alejó con la cabeza agachada.

Olor a quemado

Otro de los vecinos declaró que le llamó la atención el olor que salía del chalé de Leandro el pasado martes, cuando habría tenido lugar el asesinato: «Estaban guisando y la vecina de al lado le comentó que si se le estaba quemando algo, a lo que él contestó que sí, que se le había quemado un guiso que estaba preparando».

Los agentes llegaron hasta Leandro después de que su novia, de 21 años, acudiera a delatarle ante la Guardia Civil. Precisamente la víctima es hija de un agente del Instituto Armado que estudiaba en el colegio Marqués de Vallejo en el que se preparaba para entrar al Cuerpo. Además, según informó Telecinco, el presunto asesino pertenecería a un grupo neonazi y cuenta con numerosas detenciones por haber participado en diferentes reyertas. Al cierre de esta edición aún se continuaba buscando restos del cadáver. La diseminación de éstos parece apuntar a un crimen improvisado, aunque serán los investigadores quien deban determinarlo.

Por su parte, el alcalde de Valdemoro, Sergio Parra, se puso ayer a disposición de la familia de la joven, y se ha unido a su dolor. A través de un mensaje en Twitter, el regidor se ha mostrado «horrorizado» por este asesinato, y agradeció la labor de la Guardia Civil, que «sigue trabajando para esclarecer los hechos».