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Sucesos

Derrumbe de el Ritz: «Estaba cubierto de sangre. Le hemos sacado aplastado del montacargas»

Cerca de un centenar de obreros se congregaron frente al hotel a la espera de noticias sobre el compañero que había quedado sepultado en el interior: un hombre de 42 años, montador de pladur.

Decenas de operarios fueron reunidos en una zona ajardinada y acordonada, frente a la fachada del Ritz. Foto: JESÚS G. FERIA
Decenas de operarios fueron reunidos en una zona ajardinada y acordonada, frente a la fachada del Ritz. Foto: JESÚS G. FERIAlarazon

Cerca de un centenar de obreros se congregaron frente al hotel a la espera de noticias sobre el compañero que había quedado sepultado en el interior: un hombre de 42 años, montador de pladur.

No han querido hablar demasiado. Tampoco podían. Las lágrimas recorrían el rostro de decenas de operarios de obra que, acongojados, esperaban noticias de su compañero, atrapado en el interior del Hotel Ritz. A las 19:30 horas, los bomberos confirmaban lo que ya se temía desde varias horas antes: el obrero que había quedado sepultado bajo una montaña de escombros y herrumbre que ascendía desde la planta primera, había fallecido por heridas «incompatibles con la vida», según Emergencias. Tal y como pudo saber LA RAZÓN, se trataba de un hombre de 42 años, de origen nigeriano o procedente de Costa de Marfil, y había sido «subcontratado» por una UTE para la colocación y el montaje de las placas de pladur.

Todo comenzó con un «estruendo terrible», según relató un matrimonio, testigo del derrumbe. «Íbamos doblando la esquina de la calle de Antonio Maura y hemos escuchado un golpe muy, muy fuerte y prolongado», aseguraban. «Ha temblado hasta el suelo». Eran aproximadamente las 16:05 horas de la tarde cuando el forjado de la sexta planta «cedió», arrastrando parte de la estructura del edificio y del andamiaje. Todo esto generó una «intensa humareda de polvo».

En el ángulo contrario, colindante con el Paseo del Prado, cerca de un centenar de obreros habían logrado salir por su propio pie y permanecían todos juntos, en pequeños grupos, algunos de ellos tumbados en las zonas ajardinadas de la Plaza de la Lealtad; otros, sentados con la cara enterrada entre las manos. Mientras, un responsable sindical pasaba lista; nombre por nombre. «Hoy era mi primer día», expresaba, angustiado, uno de los operarios. «Tengo un contrato de un mes y medio de duración». Este hombre, de unos cuarenta, se hallaba en «el frente contrario al derrumbe del andamio», por lo que pudo «verlo todo en un abrir y cerrar de ojos... Sólo ha durado un momento». Y es que, según suscribía otro, «no nos ha dado tiempo a nada», tan sólo «a avisar a los compañeros para salir todos lo más rápido posible». Un tercer grupo, sin embargo, logró socorrer a varios compañeros. «Nosotros hemos podido sacar a dos», informaban. «Les cogimos entre todos, de brazos y piernas». Según describieron, uno de los operarios que rescataron había sido «aplastado» por el montacargas y «estaba cubierto de sangre». «Cuando íbamos a sacar al tercer compañero, fuimos evacuados por una unidad de bomberos», concluyeron. Algunos de ellos tuvieron que ser atendidos por los psicólogos del Samur.

El balance final se saldó ayer con un fallecido y once heridos más, seis de los cuales pudieron ser evacuados o salir por su propio pie. Las cinco personas restantes permanecían en el edificio hasta que tres de ellas fueron rescatadas por los bomberos y atendidos posteriormente por Emergencias y trasladados al hospital. De entre ellos se contabilizaron dos heridos leves, dos en estado crítico y un fallecido.

Operarios del Samur también tuvieron que atender a un varón anciano que, al ver las sirenas, los hospitales de campaña y el trasiego de gente, sufrió un leve desvanecimiento y cayó al suelo. El impacto le provocó una hemorragia nasal y pequeños rasguños en la cara.