Patrimonio

Dormir a cuerpo de conde

Matute 11, en el corazón del barrio de Las Letras, abre estancias en las que antaño vivieron los nobles a viajeros de todos los bolsillos.

Dormir a cuerpo de conde
Dormir a cuerpo de condelarazon

Matute 11, en el corazón del barrio de Las Letras, abre estancias en las que antaño vivieron los nobles a viajeros de todos los bolsillos.

En la Plaza de Matute, en pleno barrio de Las Letras y a medio camino entre Antón Martín y la Plaza de Santa Ana, se encuentra uno de los edificios de apartamentos turísticos con más encanto de la capital: Matute 11, situado en la vía del mismo nombre. El inmueble, restaurado en 2014, fue hasta hace poco propiedad de una de las familias de más rancio abolengo de España: los Alba de Liste. Ahora, las estancias en las que los nobles vivieron están abiertas a todos los bolsillos y divididas en 25 apartamentos –con capacidad para hasta 6 personas– desde los que «disfrutar de la ciudad de Madrid, de su vida y de su riqueza», explica en conversación con LA RAZÓN, Lucas María Calvo, el administrador del edificio.

«El edificio está en una zona muy buena en la que muchos nobles fijaron su residencia», explica Calvo. Este barrio «estaba a medio camino entre el Palacio Real y la iglesia de los Jerónimos y el Parque del Retiro», continúa el empresario, «y durante el siglo XIX se convirtió en el epicentro de la capital y en el lugar de residencia de las rentas más altas», señala. A la ubicación de este edificio se una otra peculiaridad reseñable, la identidad de su arquitecto. «Joaquín Saldaña fue el gran arquitecto de la nobleza española del XIX y el que construyó la residencia», explica Calvo. Ahora, más de un siglo después, los apartamentos están en el corazón de la noche madrileña, a un paso de la calle Huertas y dos de la Puerta del Sol, «una situación inmejorable», remacha.

A pesar del buen estado actual, sus muros no siempre vivieron épocas de esplendor: «Durante la República y la Guerra Civil se convirtió en un hostal y pasó por muchos vaivenes, propios de la época convulsa», explica su actual administrador. Según su relato, en las siguientes décadas las cosas no mejoraron. «El barrio de Las Letras se degradó y se convirtió en un espacio de drogas y prostitución». Así, «el inmueble fue ocupado y destrozado», subraya Calvo. Por eso, cuando se hizo cargo hace diez años de los apartamentos, «la tarea principal fue la de reconstrucción y rehabilitación», una labor de la que se encargó la interiorista Marga Pérez, que desarrolló su trabajo «siempre siguiendo y respetando la decoración original». Y es que «la mayoría de puertas de los apartamentos son las originales –restauradas y tratadas–, al igual que las contraventanas; y las que no hemos podido restaurar las hemos mandado construir siguiendo el estilo primigenio». Además, «en el segundo piso –de los tres del edificio– recuperamos el suelo original que está compuesto por un mosaico con cientos de piezas, que es la verdadera joya del inmueble». Otra de las actuaciones que los dueños del palacete llevaron a cabo fue imitar la decoración original de las paredes.

Ahora, después de la restauración, «el edificio ha recuperado su esplendor, vuelve a ser un edificio para disfrutar», asegura Calvo, que también señala que es un enclave para «meditar y abstraerse». No en vano, según sus impulsores, es un «lugar con especial encanto que ha recuperado su espíritu». Una afirmación ambigua que desvela otra realidad: «Hay quién dice que hay fantasmas en el edificio», señala Calvo. Y es que «una hija de la última noble que habitó aquí, murió entre sus muros».

Este puede ser uno de los pocos inconvenientes para los visitantes. Aunque los interesados tendrán que ponerse las pilas o dormir en el palacete un día de diario: «Ahora mismo tenemos casi todos los fines de semana reservados y el porcentaje de ocupación es del 83%», asevera el administrador, que anima a madrileños y foráneos a disfrutar de una estancia en sus apartamentos, cuya ideóloga, Marga Pérez define como «espacios para pensar, espacios para soñar».