Videos

El consejero de Sanidad, fuera del Gobierno por sus declaraciones

Ignacio González destituye a Javier Rodríguez después de que afirmara que «lo único que tengo que hacer sobre Teresa Romero es felicitarnos por que no se haya muerto»

El consejero de Sanidad, Javier Rodríguez
El consejero de Sanidad, Javier Rodríguezlarazon

Las últimas declaraciones del hasta ayer consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid sobre el contagio de ébola de Teresa Romero le han terminado costando el puesto.

Las últimas declaraciones del hasta ayer consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid sobre el contagio de ébola de Teresa Romero le han terminado costando el puesto. «Lo único que tengo que hacer es felicitarnos porque no se haya muerto. Si yo lo hubiera hecho mal, ella no estaría hablando y si lo hubiera hecho mal, España seguiría teniendo ébola». Javier Rodríguez realizó esta reflexión el miércoles y menos de 24 horas después el presidente madrileño, Ignacio González, decidió su salida del Ejecutivo. Tras la reunión del Consejo de Gobierno celebrada ayer en la Puerta del Sol, González comunicó a Javier Rodríguez su cese en privado. Le comentó que, a su juicio, «no había estado afortunado» y que debía abandonar su responsabilidad en la Consejería. «Lo ha hecho sin ningún problema. Ha entendido que se ha equivocado y le he comunicado que le iba a cesar». Por la tarde, el ya ex consejero no acudió a la Asamblea de Vallecas –en la que continúa siendo diputado–, en donde se celebró un pleno monográfico sobre los presupuestos del próximo año.

Fuentes del Gobierno regional insisten en que la destitución tiene precisamente su origen en la «falta de sensibilidad» demostrada por Rodríguez en algunas de sus intervenciones públicas más que en su gestión de la crisis. De hecho, la valoración que en el entorno de Ignacio González se hace de cómo el ex consejero abordó la emergencia sanitaria es satisfactoria. En ello insistió el propio Ignacio González por la tarde: «Ha hecho una labor extraordinaria y es un magnífico profesional y un médico que conoce la Sanidad pública española y madrileña mejor que nadie. Ha dedicado toda su vida a esa Sanidad. Las circunstancias han venido como son y ya está».

Pero más allá de la labor desempeñada en los diez meses en los que ha permanecido en el cargo, las formas que ha empleado con frecuencia para hablar de la auxiliar contagiada se han transformado en un quebradero de cabeza y en un problema añadido para González. A principios de octubre llegó el primer desencuentro. Fue en esos días –en los que las informaciones sobre cómo se había contagiado Teresa Romero eran confusas– cuando Rodríguez dudó de la veracidad de las palabras de la enferma: «Nos pudo haber estado mintiendo». Aseguró también que «para explicarle a uno cómo quitarse o ponerse un traje no hace falta un máster» y cuestionó la conducta de la auxiliar una vez presentó los primeros síntomas. «Quizá porque sospechaba que estaba infectada, durante toda la semana prácticamente no salió de su casa. Después de ir al médico se fue a la peluquería y la estuvieron depilando», subrayó. Tras este carrusel de intervenciones en los medios, González reconoció que su consejero «no había estado nada afortunado» en la forma de manifestarse: «Yo se lo he dicho personalmente y él es consciente». La reiteración en este tipo de declaraciones ha colmado la paciencia del presidente. Cuando los sindicatos y la oposición política exigieron a lo largo de estas semanas su dimisión, Rodríguez se negó a ello con unas palabras que tampoco estuvieron exentas de polémica: «Si tengo que dimitir, dimitiría. Tenga usted en cuenta que yo llegué a la política comido, como usted sabe porque me conoce, bien comido, no tengo ningún apego al cargo, soy médico y tengo mi vida resuelta». Y rehusó que su departamento tuviera culpa de los errores humanos que propiciaron el contagio: «Si de todos los errores médicos que se produzcan en la Comunidad de Madrid el responsable es la Administración, pues estaremos cada dos días cambiando la Administración».

Como consecuencia de todo ello, la auxiliar Teresa Romero anunció, tras ser dada de alta, su decisión de solicitar una indeminización de 150.000 euros a Rodríguez por «atentar gravemente contra su honor» al haberla acusado de «mentir» en relación a los síntomas que presentó en los primeros momentos de su contagio. El abogado de Teresa Romero señaló ayer que la destitución «no cambia nada» respecto a esta denuncia.

Los sindicatos sanitarios aplaudieron sin excepción la decisión. Coincidieron en ello los grupos de la oposición. Tomás Gómez señaló que la destitución llega «demasiado tarde» y no tuvo dudas en afirmar que Rodríguez ha conseguido «ser peor consejero de Sanidad que lo fuera el señor Lasquetty». IU y UPyD concidieron en apuntar que el cese debió ser «fulminante» hace semanas.

Rodríguez se convirtió el pasado mes de enero en el segundo consejero de Sanidad en la actual legislatura, después de que Javier Fernández-Lasquetty dimitiera como consecuencia de la decisión del Gobierno autonómico de renunciar a la externalización de seis hospitales públicos. En estos meses como consejero, cumplió el compromiso del Gobierno madrileño de inaugurar el hospital de Villalba tras el verano, reestableció los puentes de comunicación con los profesionales, consolidó los turnos de tarde en los centros públicos y aprobó la mayor oferta pública de empleo en el sector sanitario de los últimos años además de un plan laboral que incluye la conversión de 5.000 eventuales en interinos. Su nombramiento le obligó a dejar a dejar su día a día de médico, como jefe de la Unidad Hipertensión del Gregorio Marañón, y como profesor, que, ahora, podrá volver a compatibilizar con su cargo de diputado en la Asamblea regional.