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La nube tóxica obliga al éxodo en Seseña

Los vecinos de El Quiñón viven con normalidad el desalojo de la urbanización, más decepcionados que alarmados: «Se veía venir».

Varias personas con mascarilla durante el desalojo de los vecinos de la urbanización El Quiñon de Seseña (Toledo).
Varias personas con mascarilla durante el desalojo de los vecinos de la urbanización El Quiñon de Seseña (Toledo).larazon

Los vecinos de El Quiñón viven con normalidad el desalojo de la urbanización, más decepcionados que alarmados: «Se veía venir».

La urbanización de El Quiñón de Seseña, más conocida por el pocero Francisco Hernando, su promotor, vivió ayer por la tarde las consecuencias del incendio en el vecino vertedero de neumáticos: su desalojo. Lo hizo con tranquilidad, sin alarma, con un sentimiento que se acerca más a la decepción que al miedo. La combustión de los neumáticos no huele; sí se hace notar en la garganta con un ligero picor.

Fue en torno a las 17:00 horas de ayer cuando el Gobierno de Castilla-La Mancha tomó la decisión de evacuar a los vecinos de la citada urbanización ante la probabilidad de que la nube tóxica tocara espacio habitable. Muchos vecinos ya habían abandonado sus residencias para disfrutar del puente de San Isidro –el lunes no se trabaja en Madrid–, mientras que otros se trasladaron a viviendas de familiares en los alrededores. A media tarde de ayer, en torno al 80% de las personas que viven en este núcleo ya se habían marchado. Al resto, unas 1.000 personas, se le ofreció alojamiento en tres polideportivos en Seseña Viejo y Esquivias.

Esto fue posible gracias a la activación del protocolo de actuación por parte de Castilla La Mancha en coordinación con la Delegación del Gobierno y con el Ayuntamiento de Seseña, a fin de movilizar los recursos necesarios de Guardia Civil y Policía Local, así como voluntarios de Protección Civil y Cruz Roja.

A última hora de ayer, quedaba muy poca gente en El Quiñón. Aquellos que habían decidido permanecer, fundamentalmente porque tienen a su cuidado mascotas. También una pareja con personas mayor, que sigue esperando, una hora después, a que una ambulancia la traslade. El bar sigue funcionando. No se habla de otra cosa que del incencio. Los que se quedan no tienen miedo, pero no entienden cómo no se ha hecho nada antes. «Se veía venir», dicen. También lo tienen claro en cuanto a la explicación del siniestro. «Ha sido intencionado», cuentan a LA RAZÓN.

Por la mañana, la Policía Local de Seseña ya tomó una decisión importante al suspender las clases en el colegio de la zona. Una decisión que avanzaba la gravedad del incencio y las posibles consecuencias sobre la población.

Esta misma mañana, tanto el Gobierno de Castilla La Mancha como el de Madrid harán una nueva evaluación de la situación por si hay que tomar más medidas.

El Quiñón fue durante años símbolo de la especulación urbanística en nuestro país. Llegó a ser casi un núcleo fantasma, aunque aquella imagen ha pasado a la historia. Hoy, la situación es diferente. La ocupación de El Quiñón alcanza el 80% de las viviendas habitables. El censo supera los 6.000 habitantes, aunque se estima que pueden vivir en torno a 8.000 personas.

Además, la urbanización promovida por Paco el Pocero cuenta con todos los servicios: colegio, escuela infantil, infraestructura deportiva y un comercio creciente. Esto y los buenos precios de compra y alquiler –producto de la crisis– hacen que muchas familias vean en la zona una buena oportunidad para vivir a tan sólo 30 kilómetros de Madrid.

didas.