Conciertos

El Mad Cool, la pesadilla de los vecinos de Valdebebas

Los vecinos de este barrio del norte de la capital no solo denuncian la falta de control del ruido, sino también el colapso de la zona.

A esta segunda edición del festival acuden cada día unas 45.000 personas. Fotos: Jesús G. Feria
A esta segunda edición del festival acuden cada día unas 45.000 personas. Fotos: Jesús G. Ferialarazon

Los vecinos de este barrio del norte de la capital no solo denuncian la falta de control del ruido, sino también el colapso de la zona.

«¿Qué le digo a mi niño de tres años que me dice que no puede dormir por el ruido?» Esta es la queja de una madre vecina de Valdebebas. La suya es una de las muchas que se pueden encontrar en las redes sociales desde el pasado miércoles cuando arrancó, por segundo año, el festival Mad Cool que, aunque en esta ocasión ha reducido el aforo casi a la mitad –de 80.000 asistentes diarios a 45.000–, sigue congregando a muchas personas en el barrio de Valdebebas, una zona residencial de Madrid y que, durante estos días, ve trastocado el ambiente familiar característico de esta zona. «Leo que hay quejas del sonido en el recinto, que se vengan al salón de mi casa y lo escucharán perfectamente», dice otra vecina. «Está a dos kilómetros de mi piso, pero lo escucho como si yo estuviera allí», añade otro que reconoce que hasta las cuatro de la mañana no puede pegar ojo.

Sin duda, el ruido sigue siendo la principal queja vecinal. Desde la Asociación Vecinos de Valdebebas insisten en que el barrio «no está preparado para macroconciertos». No solo consideran que los accesos no están bien adaptados para este tipo de actos, sino que «se está incumpliendo, de forma sistematizada, la ordenanza de contaminación acústica». Es más, Fernando, otro residente de la zona, ha estado midiendo los últimos días los decibelios que se alcanzan en su casa por motivo de los conciertos. Vive a cuatro kilómetros y, aún así, en su vivienda se superaron los 56 decibelios, cuando la normativa estipula que no deben sobrepasar los 30, pasadas las once de la noche. De ahí la queja de las personas que viven en el entorno del festival que finalizará mañana, pasadas las cuatro de la madrugada. Y es que, como avanzó este diario, las pantallas acústicas que prometió instalar Ifema –los terrenos pertenecen a esta entidad– no han llegado tampoco para esta edición. Así, los residentes más cercanos a los escenarios deben estar pendientes del viento que es determinante para tener más o menos ruido. A esto se suma que, de acuerdo con las previsiones meteorológicas de estos días, a las doce de la noche se podrían superar los 30 grados, por lo que los vecinos tendrán que escoger entre el ruido, al mantener las ventanas abiertas, o el aire acondicionado.

Los vecinos del barrio de Valdebebas piden un mayor control de los vehículos que aparcan en el barrio

Al ruido se suma un inconveniente más para los residentes: el problema de aparcamiento. Miguel vive en el barrio desde hace varios años y el pasado no tuvo que sufrir los problemas derivados de estos conciertos porque estaba de viaje, pero este año los ha experimentado de primera mano. «Como el barrio tiene aceras y calles amplias, muchos aprovechan para saltarse las normas y aparcar en las aceras», explica a este diario y, como muestran las imágenes, no hay acera cercana al recinto que se libre de convertirse en zona de aparcamiento. Y es que los responsables del recinto tampoco han habilitado una zona específica para que puedan dejar su vehículo las personas que acudan con él. «En una manzana hay más de diez coches aparcados en la acera», describe.

Tanto para Miguel, como para otros vecinos, el principal escollo es «el caos circulatorio que se genera en las calles, con multitud de VTC y taxis circulando a grandes velocidades por las avenidas». «Durante cuatro días, convierten un barrio residencial en una suerte de M30, sin respetar pasos de peatones y colapsando la vida del barrio», explican desde la asociación de vecinos. Por razones de seguridad, hay diferentes calles que se restringen al tráfico y por eso, desde la agrupación vecinal denuncian que «se convierte en una ratonera» para los que viven en la zona.

Pero las denuncias no sólo llegan por parte de los vecinos. Es cierto que la mayoría de asistentes asevera que la organización ha mejorado mucho con respecto al año pasado, sin embargo los accesos aún dejan mucho que desear. «El metro más cercano es el de Feria de Madrid y, además de ir muy lleno, al salir debes andar unos 25 minutos para llegar a la entrada del festival», explica María Serrano, que ha acudido a los conciertos desde el miércoles. Para los que asisten con entrada VIP, si van con su propio coche, la situación tampoco mejora mucho porque el aparcamiento al que tienen acceso está dentro del recinto ferial, por lo que tienen que caminar el mismo trayecto para llegar a la puerta.

El sistema de reparto de entradas también se ha mejorado con respecto a la anterior edición y las colas interminables no se han repetido, pero «sí que hemos notado una importante falta de información. En función de a quién preguntes te manda a un sitio u a otro. Eso también lo tienen que mejorar», demanda Serrano. La queja repetida del coste tanto de la bebida como de la comida se repite un año más. «Un bocata te cuesta entre ocho y nueve euros», añade esta asistente. Por ello, Facua ha vuelto a denunciar al promotor del Mad Cool ante la Dirección General de Consumo de la Comunidad de Madrid por prohibir el acceso a las instalaciones del evento con alimentos o bebida adquiridos en el exterior. Como explican desde este organismo, «es la tercera ocasión en la que la asociación denuncia a la organizadora del evento por imponer esta cláusula». En 2017 interpuso la primera, mientras que el año pasado volvió a dirigirse a las autoridades de consumo autonómicas al haber reincidido el festival en esta práctica. Facua explica que el Instituto Municipal de Consumo de Madrid les comunicó que abría un expediente sancionador contra Mad Cool Festival SL, «pero hasta la fecha no ha trascendido si se les impuso una multa».

En esta edición, Mad Cool vuelve a incluir en su web la prohibición de acceder con comida y bebida del exterior y lo supedita a aquellos «que puedan ser considerados un riesgo para la seguridad del evento». Facua sostiene que «ese condicionante es demasiado vago e impreciso y, de facto, puede utilizarse para impedir la entrada con cualquier tipo de alimento».

La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios considera que no permitir la entrada con comida y bebida de fuera es una cláusula abusiva según el artículo 82.1, que establece como tales todas aquellas prácticas que causen «un desequilibrio importante de los derechos y obligaciones de las partes que se deriven del contrato».

En lo que respecta a posibles incidentes, desde los sindicatos de la Policía Municipal destacan «la normalidad» hasta el momento. Por lo que no se han dado hechos reseñables.