Arte, Cultura y Espectáculos
Hércules, en estado «preocupante»
Las fisuras en sus tobillos pueden hacer peligrar su estructura. La escultura será sometida a un «chequeo» completo y a una minuciosa restauración
Las fisuras en sus tobillos pueden hacer peligrar su estructura. La escultura será sometida a un «chequeo» completo y a una minuciosa restauración.
Calmadas las aguas, al menos en términos institucionales y políticos, al Hércules de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le toca enfrentarse a sus particulares «doce trabajos». Ya no se trata de matar al León de Nemea o a la Hidra de Lerna, como narraban los arcaicos episodios mitológicos: Hércules, hijo de Júpiter, deberá luchar ahora por su propia supervivencia. Si en la leyenda fue una piel de león en llamas lo que acabó con su vida mortal, aquí, en pleno centro de la capital, su principal amenaza se cierne en forma de obras. Concretamente las de Canalejas. Así, los restauradores del Museo de la Real Academia tratan ahora, si no de otorgarle la inmortalidad como ocurría en la leyenda, sí de recuperar el envidiable estado de salud que gozaba una estatua de más de 300 años.
¿Cual es el estado del paciente? «Preocupante», afirma a LA RAZÓN Adolfo Rodríguez, restaurador de la Real Academia. «Presenta unas grietas que pueden afectar a la estructura de la base. Las esculturas soportan un gran peso. Y hay dos o tres puntos, como puede ser a la altura de los tobillos, que tienen más fragilidad. Es más peligroso que si afectara, por ejemplo, a la cabeza o a los brazos, porque incide directamente en la pérdida de cohesión», añade.
Hay que recordar que, tras unos días previos tormentosos, el pasado martes se selló un compromiso a cuatro bandas, alcanzado por los responsables del Museo de la Real Academia, el Ayuntamiento, la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad y la empresa Canalejas. Tal como publicó LA RAZÓN y confirmó ayer el consejero madrileño de Cultura, Jaime de los Santos, próximamente se va a aligerar la maquinaria pesada por parte de la constructora con el objetivo de trabajar en la zona de forma «menos agresiva». Hay que recordar que las alarmas saltaron el pasado fin de semana, cuando los responsables del Museo notaron varias fisuras a la altura de los tobillos de la estatua «Hércules Farnese», del siglo XVII.
Estos daños fueron achacados por los responsables de la galería a las fuertes vibraciones que producían las obras, que se desarrollan en parte en el tramo de Sevilla-Alcalá. Después, técnicos del Ayuntamiento afirmaron que no había una relación directa entre las «heridas» de Hércules y los trabajos que se realizaban en la calle, por lo que hubo una serie de desaveniencias entre el Museo y el Consistorio. Posteriormente, con la reunión del pasado martes, en la que fue clave la mediación de Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio Cultural, el acuerdo entre todas las para llegar a una solución fue absoluto.
Con todo, a Hércules le toca ahora recuperarse. Como explica Adolfo Rodríguez, la escultura será sometida a un «chequeo», una «revisión en profundidad». Así, a la estatua, un vaciado en yeso, se le practicarán «exámenes» de radiografía y espectroscopia con vistas a analizar posibles daños en su estructura interna. Unos exámenes, por cierto, a los que ya fue sometido hace pocos años y que deben ser llevados a cabo por parte de «personal especializado». Por supuesto, la obra «no se puede quedar» en su estado actual, por lo que, a raíz de estos resultados, se «acometerá una restauración que trate de recuperar su firmeza original». Un trabajo, en definitiva, «integral», que tendrá en cuenta «las grietas en las zonas más frágiles» y que, por sus dimensiones y por la fragilidad del yeso, deberá ser acometido con «cuidados especiales».
De estos análisis no está exenta Flora, su fiel compañera, escultura posiblemente del siglo XVI –no se conoce con certeza su fecha– y que, como en el caso de «Hércules Farnese», también fue encargada por Diego Velázquez en el siglo XVII. Si bien no presenta daños a primera vista, su cercanía con Hércules –ambos se encontraban en el quicio de la puerta, muy expuestos a las obras– obliga a practicarle los mismos y minuciosos exámenes técnicos.
Lo que sí parece cercano es el traslado de ambas obras. Eso sí, con la dificultad añadida de que hablamos de esculturas de cerca de cuatro metros y unos 600 kilos de peso, lo que convierte a este desplazamiento en una «empresa considerable» en la que será necesario el uso de grúas. Para ello, se contará con «una empresa especializada en traslado de obras de arte». Su nuevo emplazamiento está decidido: será en el patio cubierto situado en el centro del palacio, donde Hércules y Flora se encontrarán «más protegidos». Este traslado, indica Rodríguez, se producirá previsiblemente a lo largo de los próximos siete días.
También queda por decidir el destino de los nueve cuadros descolgados de las salas 19, 20 y 21, que fueron cerradas al público debido a que, como relataba a este diario el delegado del Museo, José María Luzón, «notabas las vibraciones sólo con poner la mano en la pared». «Estos cuadros se retiraron por precaución», explica Adolfo Rodríguez. «Son piezas fundamentales del museo y se realizará también un examen minucioso de cada una de ellas», añade.
Ahora mismo, estos cuadros, entre los que se encuentran obras de Goya y Van Dyck, se encuentran «en una instalación totalmente provisional» y, a día de hoy, no pueden ser visitados por el público.
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