Crisis económica
La crisis cuadruplica el número de lavanderías autoservicio
Típicos en Europa o Estados Unidos, la crisis ha propiciado el boom de estos locales en los barrios más humildes y con mayor inmigración de la capital
Seguramente todo el mundo ha visto alguna película de Hollywood en la que el protagonista va a una lavandería autoservicio con los cascos puestos y, tras meter la colada en la lavadora, se sienta en una silla a hojear una revista mientras espera. Siempre hemos pensado que este tipo de servicios era cosa de americanos, pero los madrileños han empezado a familiarizarse con ellos. No en vano, este sector puede presumir de ser uno de los pocos que ha crecido en mitad de la crisis: desde 2011, estos locales se han cuadriplicado en la región.
A mediados de 2011, apenas había cinco en la Comunidad. Tan sólo un año después, el número se duplicó, y a finales del pasado año, el número de lavanderías autoservicio creció exponencialmente. Dioni Mengual, administrador de Colada Expres –la mayor empresa de este tipo de negocios, junto con Lavaxpress–, explicó que «nuestros locales empezaron a abrirse en 2012 y ahora tenemos 22. En la última semana hemos abierto dos». La crisis está afectando a todos los ámbitos de la vida, «el hecho de que a una persona se le estropee la lavadora puede suponer que prefiera acudir a nuestros establecimientos en vez de arreglarla o comprarse otra», aseguró Mengual. «Te ahorras los costes de la lavadora y la secadora, de la luz, el agua y los productos de limpieza», añadió. Con tan sólo cuatro o cinco euros se pueden lavar 12 kilos de ropa, lo que puede suponer la colada de una semana o diez días, dependiendo del caso. Pero éste no es el único motivo por el cual la gente decide lavar su ropa en este tipo de lavanderías y no en casa. Hay muchas personas que viven en pisos de alquiler y no disponen de las máquinas necesarias para hacer la colada, por lo que las lavanderías de autoservicio son una opción de primera instancia. Además, «en Madrid hay una gran población latinoamericana y de países europeos, como Bélgica, Francia o Italia, que ya utilizaba estos servicios en sus países y aquí siguen haciéndolo porque es una práctica con la que están familiarizados».
Clara, una clienta del local que Colada Expres tiene en la Avenida de la Albufera, en Vallecas, explicó que «no tengo lavadora en casa y por cuatro euros a la semana tengo la ropa limpia. Sería más cómodo tener una lavadora en casa, pero la crisis lo pone un poco difícil». Por su parte, Fátima, otra usuaria, declaró que «vivo en una casa alquilada que no tiene lavadora, así que prefiero venir aquí a comprar una». Además, la estancia en la lavandería reporta un tiempo –entre lavado y secado se emplean unos 45 minutos– que se puede aprovechar en hacer otro tipo de cosas, como ir al supermercado o leer. Éste es el caso de Rubén, al que se le estropeó la lavadora: «no tengo pasta para arreglarla. Vengo aquí y leo un poco mientras espero», aseguró
Dioni Mengual, administrador de Colada Expres, subraya que «hay que buscar las zonas idóneas» para poner en marcha esta idea: «Poner una lavandería así en la calle Velázquez es absurdo. Buscamos barriadas donde sus habitantes hagan la vida allí, no queremos ciudades dormitorio».
Volviendo a la crisis, Mengual aseveró que éste es un negocio muy beneficioso para los inversores. El gasto principal son las máquinas y el alquiler del local, a lo que hay que sumar los productos. «Es beneficioso, entre otras cosas, porque no requieren personal. Las puertas se abren por la mañana y se cierran por la noche solas. Todo funciona automáticamente a través del ordenador o de los móviles. Incluso, si hubiera una incidencia, a través de unas cámaras podemos hablar con los clientes para explicarles lo que tienen que hacer, por lo que una persona puede llevar varios establecimientos sin estar en ninguno de ellos». Tanto éxito están teniendo estas lavanderías de autoservicio que, para este año, las previsiones de crecimiento son muy buenas. «Tenemos previsto duplicar el número de tiendas en 2013». De hecho, las tintorerías tradicionales se han resentido de tal modo que han tenido que incluir servicios de lavandería para salvar este bache. Carlos Mas, presidente de la Asociación de Tintorerías y Lavanderías de Madrid (Astylcam), explicó que «mientras que antes había gente que se gastaba 20 euros en lavar determinadas cosas en una tintorería, ahora ven que por menos dinero lo pueden hacer en otros sitios». Las tintorerías normalmente se encargaban de la limpieza de prendas delicadas, edredones, sábanas, etc., pero ahora han tenido que incorporar servicios que abarquen una colada habitual. «De las 200 tintorerías de nuestra asociación, la mayoría cuenta con servicios de lavandería que antes no teníamos. Muchos de estos servicios no daban dinero si no se hacían a gran escala, como el lavado del material de bares o restaurantes, pero ahora hay que hacerlo», aseguró Mas.
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