Teatro

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La crisis de nunca acabar

Los trazados con tiza, que aparecen y se borran con facilidad, van acompañando a los actores durante la función
Los trazados con tiza, que aparecen y se borran con facilidad, van acompañando a los actores durante la funciónlarazon

«Cinco fotografías humanas de la crisis», relacionadas con los desahucios, los medios de comunicación, la política o la vida familiar constituyen la obra teatral que dirige Roberto Cerdá en Madrid hasta el 10 de noviembre. Escrita por encargo del Royal Court Theatre de Londres, y estrenada en 2013 en el Open Court Festival, «Tierra de tiza» sube por fin ahora a los escenarios españoles. No es esta la primera vez que su autora, la también novelista Vanessa Montfort, ve sus textos representados en el extranjero antes que en su propio país. «Es verdad que quizá tenga aquí una trayectoria más reconocida como novelista –explica–. Sin embargo, yo empecé antes como dramaturga, y siempre he estado cultivando los dos géneros por igual».

A pesar de abordar un tema muy ligado a la coyuntura económica de un momento concreto, los cinco años transcurridos desde el primer estreno de Tierra de tiza no han restado vigencia, según su autora, a un texto que viene a confirmar que «desgraciadamente no aprendemos mucho; no hay más que ver cómo se está disparando de nuevo el precio de la vivienda; ya hay mucha gente que está empezando a alertar de una situación que nos puede volver a estallar en la cara».

El título de la obra hace referencia a la fragilidad de una realidad (comercios, casas, mobiliarios...) que, por falta de dinero para mantenerla, fue desapareciendo de nuestros ojos de la noche a la mañana, con la misma facilidad que se borran los trazos de una preciosa imagen dibujada con tiza. Por eso, durante toda la función, la artista plástica Julia Eme acompaña en el escenario a los personajes que pueblan esta historia de pequeñas historias, que están interpretados por Ramón Ibarra, Rosa Manteiga, Pedro Almagro y Rebeca Matellán. «Esto ha sido una aportación maravillosa de Roberto (Cerdá) –explica Montfort–. Cuando yo escribía la obra tenía la sensación de que nuestro mundo, tal y como yo lo había conocido, se estaba borrando. Así que esta artista plástica va dibujando o borrando lo que oye y lo que ve durante la función; sirve para reforzar ese concepto de que todo se puede construir y destruir con suma facilidad». Aunque la gravedad del tema que aborda Tierra de tiza es obvia, aclara su autora que también hay en el espectáculo mucha esperanza: «Ha sido una de las obras más duras de escribir para mí, porque fue concebida desde dentro, cuando aún el futuro se presentaba como un negro abismo. Pero de lo que se habla aquí no es de los números de la crisis, porque los números mienten o callan, sino de las personas que la sufrieron o la sufren. Es un modesto homenaje a todas ellas con un gran rayo de luz al final».