Médicos

La espantada de otra clínica dental deja un centenar de afectados

La marca Mi Dentista echó el cierre ayer sin avisar en su centro de Islazul, en Carabanchel

Amador, uno de los afectados, con el presupuesto de 12.000 euros que ya pagó a la clínica Mi Dentista en Islazul
Amador, uno de los afectados, con el presupuesto de 12.000 euros que ya pagó a la clínica Mi Dentista en Islazullarazon

La marca Mi Dentista echó el cierre ayer sin avisar en su centro de Islazul, en Carabanchel

Un centenar de personas están atrapadas desde ayer en la misma pesadilla que, a finales de enero, empezaron a sufrir miles de afectados tras el cierre de las clínicas dentales Funnydent en siete localidades madrileñas. La historia se vuelve a repetir con otra empresa y con nuevas víctimas, que ayer se encontraron cerrada a cal y canto la clínica Mi Dentista en el centro comercial Islazul (Carabanchel). Desde primera hora, los pacientes se toparon con el cierre echado y sin rastro de ningún responsable, ni siquiera una nota informativa en la puerta. La primera y casi única explicación que recibieron fue la de una dependienta de la tienda de al lado: «Se han ido, las últimas semanas ya no cogían nuevos clientes y hoy no ha aparecido nadie».

Uno de ellos es Amador Pérez, de 58 años y vecino de de Leganés, que tenía cita a las 10:30 horas para que le empezaran a poner los implantes. Curiosamente, decidió ponerse en manos de esta clínica tras preguntar primero en la de Funnydent de su propia ciudad, «pero la descartamos porque no nos dio buen pálpito», explicaba ayer a LA RAZÓN. Por eso, Amador y su familia respiraron aliviados cuando se enteraron de ese escándalo: «Pensamos que nos había tocado la lotería, porque estuvimos a punto de contratar allí. Y ahora, mira, estamos en la misma situación de la que creíamos que nos habíamos librado», explica su mujer mientras intenta aguantar las lágrimas de rabia e impotencia. «Según nos íbamos acercando a la clínica y la vi cerrada, se me vino a la mente una sola cosa: Funnydent», cuenta el propio Amador. De hecho, ahora se explica por qué le retrasaron la intervención una semana «con la excusa de que la dentista estaba mala» y su extrañeza porque no le llamaran el día antes para confirmar la cita, «pero nunca te imaginas que todo eso es porque ya habían decidido irse».

Este vecino de Leganés contrató con Mi Dentista un tratamiento para arreglarse toda la boca, cuyo presupuesto de 12.000 euros tuvo que financiar a cuatro años con un banco. Hasta ahora, sólo le habían atendido por valor de unos 2.000 euros, de forma que le han dejado con la boca a medias y con una deuda de 10.000 euros.

Otro de los afectados es Daniel García, de 42 años, que se enteró el día antes que Amador porque le llamó el responsable de la clínica de Isla Azul, Javier Urraca, y le dijo «vente para acá e intenta recuperar lo que puedas, porque mañana cerramos». En la propia clínica coincidió con otro cliente que también acudió a última hora del miércoles exigiendo que le devolvieran 400 euros. Ante la negativa de la clínica, este paciente amenazó con llevarse uno de los ordenadores, lo que provocó un incidente en el que tuvo que intervenir la Policía. Daniel adelantó en metálico los 4.400 euros de su tratamiento, de los que ya da por perdidos la mitad.

Estos y otros afectados intentaron ayer hablar con la dirección del centro comercial, que declinó recibirles e incluso ordenó a los servicios de seguridad retirar las denuncias que algunos de ellos presentaron en sus respectivas comisarias de Usera, Carabanchel y Leganés y que habían pegado en el cierre del local. Las denuncias apuntan al dueño de la empresa matriz, Dizin Salud SA. Se trata de Carlos Eduardo Dos Santos Diniz, de origen brasileño y que, según las indagaciones de algunos afectados, tiene clínicas en Portugal y también era propietario de otra con la misma marca Mi Dentista en el centro comercial La Gavia, en el Ensanche de Vallecas, que no se ha visto implicada porque hace unos meses la adquirió Sanitas. Otro de los que aparece en varias denuncias es el encargado de la clínica de Islazul, Javier Urraca, con el que algunos de los afectados intentaron sin éxito ponerse en contacto.

La similitud con el llamado «caso Funnydent» también queda patente por escrito en las propias denuncias ante la Policía, ya que algunos afectados así lo han hecho constar: «Esta clínica –Mi Dentista– está actuando de igual manera que las de Funnydent y ha estado retrasando la cita de los clientes para poder efectuar el cierre», explica uno de ellos en su denuncia, a la que ha tenido acceso este periódico.