José María Marco

Madrid, la región de Díaz Ayuso

La candidata del PP a la Comunidad de Madrid no se limitará a continuar la senda marcada por sus predecesores, sino que la profundizará con una importante bajada de impuestos.

Tras 90 minutos de discurso, Díaz Ayuso fue aplaudida por la bancada popular y por el Gobierno regional en funciones de Pedro Rollán / Foto: Rubén Mondelo
Tras 90 minutos de discurso, Díaz Ayuso fue aplaudida por la bancada popular y por el Gobierno regional en funciones de Pedro Rollán / Foto: Rubén Mondelolarazon

La candidata del PP a la Comunidad de Madrid no se limitará a continuar la senda marcada por sus predecesores, sino que la profundizará con una importante bajada de impuestos.

Al Madrid de Díaz Ayuso le falta, en general, algo de entusiasmo, de gancho castizo, de ganas de divertirse y de humor postmoderno y popular. Más en particular, le falta un esfuerzo para que las universidades de la Comunidad den el salto al liderazgo en el campo de la investigación y la enseñanza (hubo un plan que se podía retomar), así como la presencia del deporte, del todo ausente siendo como es uno de los signos de identidad de la región.

También le falta alguna reflexión sobre el reequilibrio de las desigualdades territoriales, las clásicas y las nuevas, en particular las que va a crear una ciudad casi global y, en consecuencia, cada vez más cara. En cuanto a uno de los aspectos fundamentales de Madrid, como es la cultura, parece que el de Díaz Ayuso no va a variar ni un milímetro el consenso progresista eternamente vigente.

Por fortuna, no ocurre así con todo. El Madrid de Díaz Ayuso presenta un fuerte componente liberal, que responde muy bien a la tradición política y social (también cultural, aunque apenas se reivindique) de la ciudad. También continúa la gran línea seguida por el Partido Popular desde la Casa de Correos, que ha hecho de Madrid una de las regiones más dinámicas y atractivas no ya de España, sino de la Unión Europea.

Díaz Ayuso no se limita a continuar la senda marcada por sus predecesores. La profundizará, según explicó, con una importante bajada de impuestos a las personas físicas y una rebaja también relevante en cuanto a los autónomos. Las medidas para facilitar la inversión seguirán haciendo de la región un destino atractivo, y se potenciará la internacionalización, algo que está, sin duda, en el fondo de la propuesta de Díaz Ayuso: requerirá aún más ambición y más ganas de aprovechar el privilegiado lugar de Madrid, en el cruce económico y cultural de tres continentes.

La palabra «libertad», que centra todo el mensaje, da pie también a profundizar en la ya bien establecida elección de centro educativo y médico, además de reflejar algunas opciones morales importantes, como es el necesario respeto a las decisiones de los padres en la educación de sus hijos (ha tenido que llegar Vox para que esta evidencia se abra paso) y el anuncio previo de los programas y las actividades por parte de las escuelas.

Eso se llama rendición de cuentas, y está entre las obligaciones de una administración respetuosa con los derechos de sus administrados. En el Madrid de Díaz Ayuso parece que se empieza a imponer el hecho de que el Estado, siendo como es clave en la formación moral de los futuros ciudadanos, no por eso se convierte en una máquina de manipulación ideológica.

En este Madrid era imprescindible el respeto a las mujeres, sin ideologizaciones victimistas de «género» y la bienvenida a la «diversidad». (Le propongo a Díaz Ayuso que hable de «pluralismo», para aclarar que la pertenencia a un «colectivo» no genera privilegios.) Diversidad de origen, como corresponde a una ciudad política, es decir cosmopolita, en la que los forasteros siempre –desde el primer momento, ya en el siglo XVI– han sido una parte fundamental de la sociedad. Hoy cabe decir lo mismo de la región entera. Y para que no haya dudas, Díaz Ayuso recordó que ese pluralismo lo es también de los modos de vida, de los afectos y de las relaciones sociales. En este Madrid, al revés de lo que quiere la izquierda empeñada en dividir y en enfrentar, todos somos bienvenidos. En particular las víctimas del terrorismo, como es natural en una comunidad tan castigada por el terror.

Ni que decir tiene que hablarán de un Madrid «ultraliberal», pero el Madrid que planteó ayer Díaz Ayuso tiene poco que ver con esa fantasía adolescente. Al contrario, continuarán las inversiones en sanidad, una de las mejores del mundo, y en educación.

También van a continuar los esfuerzos, ya muy importantes, en dependencia, en cuidados de ancianos y en ayuda a personas con dificultades de cualquier clase. Se incorporan además nuevos temas, en particular algunas nuevas adicciones y la soledad. Una administración moderna no puede desconocer estas plagas sociales, que afectan ya a sociedades tan estructuradas, hasta ahora, como la española. Hay aquí un horizonte nuevo, que nos habla de un Madrid pendiente de los daños causados por la anomia, el desarraigo, la falta de referencias. La familia, la natalidad, el cuidado de las mujeres y los menores, son elementos fundamentales de este Madrid que quiere seguir siendo una de las mejores ciudades para vivir de todo el mundo.

Solidaridad y libertad, con insistencia en la tolerancia y la seguridad, son los elementos de este Madrid moderno, de fuerte sensibilidad hacia el medio ambiente, gestionado por una administración que se quiere profesional y transparente y un gobierno dispuesto –así lo prometió Díaz Ayuso– al diálogo y al pacto. Actitud reformista, liberalismo, respeto, conciencia de que dependemos unos de otros... Este Madrid presenta una enmienda a la totalidad de un gobierno central incapaz de adelantar una sola reforma en positivo. Por ahora, no cabe mejor carta de presentación para esta nueva forma de hacer política, lejos de la arrogancia y la frivolidad anteriores. Y es difícil imaginar mejor imagen de nuestro país.