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Marimar Bermúdez: «Se me han ofrecido sicarios pero yo no mataría, no soy como ellos»

Madre de Sandra Palo

La Razón
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Marimar aún no ha pasado la fase de suelo. Sigue en tratamiento psiquiátrico y Francisco ya lleva cuatro infartos. Pero las secuelas físicas y emocionales que les supuso la traumática pérdida de Sandra no les impidió luchar. En 2004 crearon la Asociación Sandra Palo para la Defensa de las Libertades y no han parado de apoyar a personas en una situación parecida a la suya. «Hacemos, simplemente, lo que nos hubiera gustado encontrarnos a nosotros», explican. Desde la asociación asesoran jurídicamente, costean gastos a otras familias y apoyan en manifestaciones y juicios este tipo de injusticias. «Cuando te pasa algo así te cambia la vida. Ya no sólo porque no está tu hija, te cambia a nivel de pareja, con tu familia, contigo misma... Pero tenía dos opciones: quedarme en casa llorando o salir a ayudar a otra gente en mi situación y pelear porque el nombre de mi hija no se olvide nunca. Y creo que lo he conseguido», dice Marimar. «Nos reconforta sentir que hacemos algo que con nosotros no hizo nadie». Ahora quieren agradecer a todas las personas que les han ayudado en este camino y, en el homenaje que se celebrará hoy en Delegación del Gobierno para honrar la memoria de Sandra, lo harán públicamente. «Los mensajes de apoyo en la calle, de los medios de comunicación y por las redes sociales son continuos y estoy muy agradecida pero no todo ha sido bonito. Me he encontrado muchas trabas por parte de las administraciones y ha habido muchas veces que he querido tirar la toalla». A Marimar se le han ofrecido hasta sicarios dispuestos a hacer lo que quisieran a los asesinos de su hija que están en la calle. «Pero yo soy como ellos. Matar es muy fácil y más en el mundo en el que se mueven ellos de la delincuencia. No queremos venganza», dice Marimar. Francisco se queda en blanco cuando le preguntan cómo reaccionaría si se cruzara con alguno de ellos. «No sé cómo reaccionaría. Supongo que ellos echarían a correr antes de que me diera tiempo a pensar. Yo lo único que me pregunto cada día es: ¿por qué le hicieron eso?».