Comunidad de Madrid
Máster en terrorismo
«No guardo rencor, con la violencia no se consigue nada» es sólo una de las enseñanzas que los alumnos de 3º y 4º de la ESO de 53 institutos madrileños han comenzado a recibir esta semana de la mano de «testigos directos» de atentados
«No guardo rencor, con la violencia no se consigue nada» fueron las primeras palabras de Lourdes Rodao este lunes ante un auditorio compuesto por cuatro decenas de chavales de un instituto concertado madrileño que la escucharon ensimismados y completamente en silencio durante dos horas. Ella, la «estrella invitada», es víctima y superviviente de un atentado de la banda terrorista ETA. Los chicos, de entre 15 y 16 años –alumnos de tercero y cuarto de la ESO del instituto Mirasierra de Ascao–, apenas tenían una noción de lo que era el terrorismo más allá de las últimas matanzas de Barcelona o París que, a pesar de todo, no ven tan cercanas. Para ellos la lacra que durante décadas ha azotado con fuerza a España es sólo Historia, una historia que ahora tiene la cara de Lourdes, que ha inaugurado en el salón de actos de este pequeño centro educativo el proyecto «Testimonio directo», puesto en marcha por los ministerios de Interior y Cultura y la Comunidad de Madrid para educar a los jóvenes en los valores de respeto y convivencia.
La materia, vinculada a la asignatura de Geografía e Historia –en cuyo currículo está incluido el estudio del terrorismo–, supone un trabajo en los institutos previo a la visita de la docena de heridos, familiares de fallecidos, amenazados o secuestrados por bandas terroristas que están ya participando en este proyecto. «Los chavales están muy motivados pero no tienen ni idea. Les hemos presentado todos los movimientos terroristas y pretendemos que ellos tengan todos los datos y pongan el pensamiento», asegura Miguel Monsalvo, director del instituto que recibió la visita de Lourdes Rodao. Educación facilita al profesorado una unidad didáctica desarrollada con posibles actividades de referencia antes de que llegue el día de la charla, pero la dureza del testimonio de una superviviente de un atentado, aunque hayan pasado más de diez años, supera cualquiera de las lecciones que aprenden habitualmente en las aulas. «El atentado me ha reforzado en valores. Me podía haber dedicado a llorar, a ir a misa y a vestirme de negro, pero no lo hice», explicó Lourdes antes de comenzar a relatar su «nueva» vida como corredora de maratones, voluntaria del Samur en Madrid –a pesar de que vive en Segovia– y la lucha que aún mantiene para evitar tanto la depresión como la soledad.
Los conceptos de resilencia, la confianza en la Justicia o los sentimientos que tuvo Rodao durante el juicio en el que puso cara a los dos hombres y una mujer de apenas 20 años que pusieron un coche bomba en la puerta de la residencia militar de Santoña en la que pasaba un fin de semana con su marido, el brigada del Ejército de Tierra Luis Conde, son algunas de las cuestiones que los estudiantes aprendieron en este máster de terrorismo. «Yo vi morir a mi marido, tenía la misma enfermedad que los veteranos de Vietnam. Es importante que sepáis que se pasa muy mal, pero que se puede superar», explica Rodao.
La ayuda de una psicóloga del Ministerio del Interior, que también se llama Lourdes y la acompaña en la charla, ha sido vital en la mejora de esta superviviente: «Ella no se deja poder por el miedo», asegura la funcionaria, aunque la protagonista reconoce que cada vez que ve un nuevo atentado «se me remueve todo, me cojo pataletas y me pongo de muy mal humor». El mensaje más importante es el que explica su ausencia de rencor a las personas que la hirieron en el mismo ataque en el que acabaron con la vida de su marido: «Si todos saliéramos y nos liáramos a tiros... Yo he estado con los terroristas delante, imaginaos que me hubiese dado por disparar. ¿Para qué vas a tener odio? No podemos tomar la justicia por nuestra mano y guardando rencor no ganas nada, esos sentimientos dentro te hacen daño», explica.
Llega el turno de preguntas. «¿Cómo viviste el fin de ETA?», «¿Qué vas a hacer cuando los terroristas que mataron a tu marido cumplan su pena y salgan a la calle?», «Si no sentiste odio, ¿qué sentiste?», «¿Tu hijo también es militar, ¿no tienes miedo?», «¿En qué momentos te acuerdas más de él?»... Y por fin llega la cuestión que emociona a Rodao: «¿Cambiarías algo del pasado?», le lanza un chico en la primera fila. Ella, que se mantuvo firme y cercana durante todo el tiempo, contesta con ojos vidriosos que eso es una utopía.
Antes y después de las charlas los alumnos rellenan un cuestionario con preguntas sobre el terrorismo o las secuelas que les quedan a las víctimas. Obviamente, las respuestas después del testimonio, cambian. «Socialmente no sabemos cómo viven las víctimas después del atentado, somos unos privilegiados», añade el director del instituto Mirasierra mientras, una vez terminada la charla, varios chavales se acercan a la víctima para darle abrazos y continuar con alguna pregunta que no se han atrevido a preguntar delante de sus compañeros. Afortunados como Lourdes Rodao que tiene claro que, a pesar de todo, actividades como esta dejan claro que siempre «la vida tiene que seguir».
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