Política

Operación Púnica

Perfil: Francisco Granados, perdido por la ambición

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Tan rápida fue su subida, como precipitada ha sido la caída. En poco más de diez años, Francisco Granados –Paco, para su extensísima agenda de contactos– pasó de ser alcalde de Valdemoro, a «número dos» de Esperanza Aguirre en el PP de Madrid y «tres» del Gobierno de la Comunidad de Madrid, y luego ser esposado en su casa de Valdemoro, apartado de todo cargo público y expulsado de las filas que durante siete años dirigió.

De puertas para fuera, siempre fue el consejero carismático del Gobierno de Aguirre, a la que se ganó en 2003, cuando la presidenta le encargó la engorrosa tarea de presidir la Comisión de Investigación del «Tamayazo», cuyo resultado salvó al PP y dejó al PSOE a los pies de los caballos. Se le abrieron las puertas del círculo de confianza de la jefa del Ejecutivo regional, del que formó parte hasta 2011. Sus compañeros, sin embargo, siempre le miraron con recelo. Ahora aseguran que su carisma escondía una ambición que le precipitó al abismo. «Nunca tenía suficiente», declaran sobre su carrera política, que cayó cuando quiso enfrentarse al entonces vicepresidente, Ignacio González, hoy presidente de la Comunidad.

No obstante, el desplome comenzó con el caso de los espías, en 2009. Se le acusó de haber puesto en marcha una red de seguimientos a cargos nacionales del PP. Paralelamente, salió a la luz otro caso de espionaje, éste hacia González. Curiosamente, el empresario David Marjaliza, amigo de Granados de Valdemoro desde la infancia y detenido ayer por sus contratos municipales a cambio de comisiones, fue la persona que habría encargado a la agencia de detectives Método 3 el seguimiento de González. La guerra de poder con el vicepresidente y su activo protagonismo en los mentideros, en los que no dudaba a la hora de tirar piedras contra sus compañeros, le pasaron factura en mayo de 2011. Aguirre le dejó fuera del Gobierno regional tras las elecciones.

Desde entonces, el declive fue en picado. Tras perder su sitio en el Consejo de Gobierno, se dedicó en excluiva a la Secretaría General del PP. Pero sobre todo, se centró en buscarse un hueco junto a Rajoy. Toda una traición para Aguirre. En Génova era un secreto a voces su postulación para ocupar una Secretaría de Estado. Sólo tres días después del triunfo del PP en las elecciones generales, Aguirre acabó con su futuro en las plantas altas de Génova destituyéndole también de la Secretaría General del partido en Madrid. Su lugar lo ocupó Ignacio González.

En febrero de este año se vio obligado a dejar sus últimos cargos públicos –diputado autonómico y senador– después de que «El Mundo» publicara que estaba siendo investigado por una cuenta en Suiza a su nombre con 1,5 millones de euros. El resultado de aquellas pesquisas fue su detención ayer, tras la que fue expulsado de las filas del PP.