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Madrid

Vuelve la belleza esculpida de las obras de Chillida

La madrileña galería Guillermo de Osma, que desde su inauguración, en 1991, ha realizado más de ochenta exposiciones dedicadas al arte moderno y contemporáneo

La escultura de hierro «Tres I» (1952), es una de las piezas que preside la exposición
La escultura de hierro «Tres I» (1952), es una de las piezas que preside la exposiciónlarazon

La madrileña galería Guillermo de Osma, que desde su inauguración, en 1991, ha realizado más de ochenta exposiciones dedicadas al arte moderno y contemporáneo.

Chillida nunca perteneció a luz blanca del Mediterráneo. Su piel, sus ideas y su imaginación se desarrollaron en la negritud del hierro antes de que sus manos comenzaran a hablar y su arte empezara a expandirse por los rincones de la tierra. La madrileña galería Guillermo de Osma, que desde su inauguración, en 1991, ha realizado más de ochenta exposiciones dedicadas al arte moderno y contemporáneo, en colaboración con la Fundación Eduardo Chillida Pilar Belzunce y con la galería CarrerasMugica de Bilbao, hace acopio de algunas de las obras más personales del escultor en su nueva exposición dedicada a uno de los artistas españoles más internacionales de la segunda mitad del siglo XX. La muestra, que coincide de forma más o menos exacta en el tiempo con la reapertura del museo Chillida-Leku ubicado en el epicentro de la naturaleza salvaje de Hernani, alberga unas 30 piezas entre esculturas, collages, dibujos y las famosas Gravitaciones. «Se trata de un proyecto que tiene cinco años de trabajo y cuya idea principal es reunir una pequeña antología del artista», asegura Guillermo, historiador del arte y dueño de la galería. Piedra, alabrastro, acero, madera, mármol, yeso o terracota. Pocos materiales se resistían a la intervención creativa de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) para terminar convirtiéndose en diálogos con el tiempo y el espacio. Todo el conjunto de la obra escultórica que se puede ver en la exposición, posee un carácter muy físico. De Osma resalta ese trabajo conceptual del escultor vasco: «en el fondo, todas sus obras crean un lenguaje distinto dependiendo del material con el que estén hechas».

Se trata de construcciones que surgen del esfuerzo y de esa idea tan consciente, industrial y vanguardista de que los elementos provienen de la tierra.

En el catálogo elaborado por la galería con motivo de la exposición, el crítico de arte Germán Huici destaca: «Piedra y hierro. Mediterráneo y Atlántico. Ruido y silencio. Palabra y materia. Movimiento y quietud. Los gemelos enemigos recorren el imaginario de Chillida en una tensión elocuente y serena». Un arte, el de Eduardo, que no deja de rebotar de forma incesante, entre los ecos de la belleza expandida de la tierra.