Región de Murcia

Murcia rompe en dolor ante el paso de la muerte de Cristo

Auténticas bellezas artísticas embriagan a los ciudadanos de Murcia al paso de las lágrimas de la Dolorosa, en una procesión «de los Salzillo» en la que la emoción y el fervor se adueñan de los sentimientos de los más devotos

El paso de la Caída de Jesús en la procesión de «Los Salzillos» del Viernes Santo
El paso de la Caída de Jesús en la procesión de «Los Salzillos» del Viernes Santolarazon

Auténticas bellezas artísticas embriagan a los ciudadanos de Murcia al paso de las lágrimas de la Dolorosa, en una procesión «de los Salzillo» en la que la emoción y el fervor se adueñan de los sentimientos de los más devotos

El desfile de Jueves Santo en la ciudad de Murcia, el protagonizado por la Cofradía de la Soledad, se erigió como uno de los más respetuosos de la Semana Santa. Y no únicamente por la solemnidad de los pasos, por la vestimenta de los cofrades, por la admiración a la Virgen Nuestra Señora de la Soledad o por el silencio sepulcral que rompió la noche, sino por el imponente dolor expresado por los asistentes ante la muerte de Cristo.

De esta forma, el negro de las túnicas de los participantes en la procesión evidenció la pena y el duelo vivido durante uno de los momentos más emotivos de este día, en el que se recuerda con fervor inmensurable la muerte del hijo de Dios.

Por ello, la procesión fue vivida de forma desgarradora, donde se puedo observar cómo los asistentes se conmocionaron con la llegada de la Virgen de Nuestra Señora de la Soledad al templo de San Juan de Dios, porque es ahí donde encontró el cuerpo de Cristo Yaciente.

Conformado por las figuras del Cristo de la Redención (26 pasos) de Antonio Jesús Yuste Navarro, 2017; el Cristo del Amor en la Conversión del Buen Ladrón (34), de José Hernández Navarro, 2011; y Nuestra Señora de la Soledad (24), de Antonio Campillo Párraga, 1985, fueron portadas por unos impresionantes nazarenos que cortejaron con su silencio la solemnidad de la fe.

Por otra parte, el llanto y las lágrimas que exhaló la Dolorosa embriagan a toda la ciudad en el esperado Viernes Santo, donde la romería exhibe auténticas bellezas artísticas.

La conocida como «Procesión de los Salzillos» corre a cargo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, que recuerda la profesión de fe y piedad en uno de los momentos más esperados de toda la festividad murciana, y elevada como una de las romerías más artísticas de toda España.

Pocos son los asistentes que pueden contener las lágrimas en uno de los momentos más recordados de la Biblia, especialmente en su paso por la Catedral de Murcia, cuya imagen resplandece en las miradas de todos los devotos que asisten a su penitencia.

La procesión de «Los Salzillos» está compuesta obras del propio artista, donde desfilan La Santa Cena (28 estantes), 1763; La Oración en el Huerto (28), 1754; El Prendimiento (26), 1763; Los Azotes (24), 1777; La Verónica (16), 1755; La Caída (28), 1752; Nuestro Padre Jesús Nazareno (22), anónimo anterior a 1600; San Juan (18), 1756; y La Dolorosa (22), 1755.

De entre los momentos más destacados de dicha procesión, según la revista «Pasión Murcia», es la admiración artística que provocan todas las imágenes de Francisco Salzillo, uno de los artistas más destacados de la Región por su fervor y devoción en el arte religioso.

Asimismo, también se enarbola la salida de la Dolorosa, a la espera de que el sol ilumine su rostro; el tipismo ambiental que se vive mucho antes y durante del desfile con el desfile de caramelos, y los penitentes autónomos, con el rostro tapado, descalzos y cargados con una, dos o tres cruces.

Angustias

La noche de Viernes Santo, además, se corona con una de las procesiones más conmovedoras, gracias a la procesión organizada por la Cofradía de Servitas de María Santísima de las Angustias, cuyos cofrades están vestidos de túnicas de terciopelo negro con capuz de raso, negro y fajín de color azul celeste.

La escena de Nuestra Señoras de las Angustias sosteniendo el cuerpo de Cristo muerto se eleva como uno de las escenas más emotivas, donde también cobran protagonismo los más pequeños, por desfilar a imagen y semejanza del arcángel San Gabriel.