Sucesos

El ejemplo de una madre luchadora

La Razón
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Se cumplen cinco años del fallecimiento de Carmen Fernández, la madre de Iván y Sara, los dos menores que le fueron retirados de forma irregular por la Junta. En el luctuoso aniversario, su abogado, Gabriel Velamazán, y la Asociación Pro Derechos Humanos del Menor en Andalucía, cuestionan, con «la perspectiva del tiempo, si sirvió para algo su 'tortuoso calvario', como la propia Audiencia acabó definiendo su proceso, en el que, a lo largo de doce años, acabó acumulando igual número de resoluciones judiciales favorables, la última de las cuales llegó a los tres meses de su muerte». Su defensa y la entidad describen a Carmen como «un sobresaliente ejemplo de lucha digna y desigual por lo más sagrado frente a un poder frío y 'reglamentarista' que frecuentemente olvida que los menores precisan más calor y menos instituciones».

«Ese poder, a veces arbitrario, sigue frecuentemente inamovible, impertérrito ante tanto sufrimiento, incapaz de la autocrítica reflexiva, siendo contadísimas las ocasiones en las que admite un error y se muestra dispuesto a rectificarlo: le molestan las familias que se rebelan, las voces discrepantes, los abogados luchadores, los especialistas ajenos a su estructura, y con ese proceder monolítico consigue –lo sigue haciendo– destrozar a familias que ven como el paso del tiempo y la cerrazón institucional consolidan unas rupturas que se decían temporales», critican. «La Administración sigue errando en más ocasiones de las debidas en el diagnóstico y consiguientes medidas aplicables, porque no es lo mismo una situación de riesgo que de desamparo, la existencia de problemas que un abandono, la pobreza que una mala paternidad», añaden.

Velamazán y Pro Derechos destacan «los acogimientos familiares (calor humano frente a gélidas paredes)» pero insisten en que «habremos de estar atentos a que cumplan su adecuado papel, de generoso apoyo a los menores», pero «sabiendo y respetando que ese menor al que se acoge tiene su familia, ciertamente en crisis, pero que lo ama y con la que –salvo situaciones excepcionales– habrá de volver en las mejores condiciones».

La batalla de Carmen Fernández, aseguran, «sirvió para que podamos seguir haciendo esta crítica siempre constructiva, orientada a intentar que se superen determinadas actitudes inadmisibles». «Su tesón de madre pobre frente a una Administración que debiera defender especialmente a los más débiles ( y que en modo alguno lo hizo en su caso) ha sido, es y seguirá siendo un bello ejemplo, al que estamos obligados a prestar nuestra memoria quienes tuvimos la suerte de acompañarla en aquellos años terriblemente duros», explicaron. «Que siga descansando en paz».

Carmen Fernández luchó por mantener la custodia de sus hijos, Iván y Sara, durante cerca de doce años. La Justicia reconoció que fue víctima de un «calvario» causado por las arbitrariedades de la política de acogimiento de la Junta y las decisiones adoptadas por el entonces juez de familia Francisco Serrano. Murió en Madrid a los 49 años, en soledad, víctima de un cáncer de pulmón «consecuencia –según la Justicia– del sufrimiento», en una residencia para enfermos terminales y sin llegar a cobrar los 1,7 millones de euros que la Audiencia provincial le otorgó como indemnización.

Acumuló más de una decena de sentencias a su favor que le permitieron mantener la custodia de Iván y Sara. Era una limpiadora de las Tres Mil a la que en 1996 la Junta le quitó a sus hijos por el alcoholismo que padecía. Demostró su rehabilitación, pero no le devolvieron a sus niños tras ser entregados a una familia de Dos Hermanas. Sara, al cumplir los 16 años, huyó con su madre, quien falleció sin cobrar la indemnización por un recurso de la Junta ante el Constitucional, rechazado tras su muerte.