Crítica de libros

Que viene el 13

La Razón
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Que viene el trece,/que viene el trece, / y no hay invento humano,/chiquillo,/ que lo enderece. Podría ser la letra de una sevillana del mismísimo Paco Gandía, que en paz descanse. Se va el 2012 de nuestro calendario, dejando atrás el mito de ser un año bisiesto. Y mañana, martes, viene el trece. Con todas las connotaciones que este número tiene. Por eso, más de uno, durante esta noche de fin de año, tratará de llevar a cabo algún ritual, para lograr la ansiada suerte en un año digno de analizar por la numerología, por excéntricos y superticiosos. «Fieles seguimos a tu santo rito/ ¡Oh Hércules de Libia! ¡Dios de Hispalia!/ Yo me arrodillo y beso tu sandalia/ revestido de cíngulo y amito», dejó escrito el poeta garrochista, Fernando Villalón. El Conde de Miraflores de los Ángeles, era un amante del ocultismo y del esoterismo. Y aunque quien estas líneas escribe no suele seguir más ceremonial que el de las clásicas uvas de Nochevieja, le hubiera encantado haber recibido la carta que le llegó a Romero Murube del «ritual para obtener la vara mágica», que le enviara el propio Villalón. Pero, vivimos en tiempos donde no hay varita mágica que valga. El día a día es, a todas luces, como atravesar un interminable desierto, cruzar una travesía que parece no tocar techo ni tener fin. Comenzar este nuevo año nos recuerda al anuncio que, hace casi un siglo, Sir Ernest Shackleton publicara en el periódico «The Times» con el fin de reclutar marineros para la expedición Endurance: «Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario bajo. Frío intenso. Largos meses en la más completa oscuridad. Peligro constante. Escasas posibilidades de regresar con vida. Honores y reconocimiento en caso de éxito». Feliz año 2013.