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Cuaderno de viaje: de Villafranca del Bierzo a O Cebreiro
La segunda etapa de mi camino es, creo, una de las más duras, pero, ¡por fin pisaré tierras gallegas! Es una de las etapas más míticas del camino: me han dicho que quien la hace jamás la olvida. Hoy me enfrento al mayor ascenso que tiene el Camino Francés. Sé que será un día duro, pero que también me esperan paisajes maravillosos, así que… ¡allá que voy!
Amanezco en Villafranca del Bierzo, un pueblo bellísimo que sirve de paso fronterizo entre el valle del río Sil - que atravesé en la anterior etapa - y las montañas que hay que atravesar para dejar atrás la provincia de León. Serán un total de 28 kilómetros.
El primer tramo discurre junto al serpenteante Valcarce, el río que me servirá de guía. Hay una alternativa solo apta para montañeros muy preparados que puede escogerse siempre que el tiempo sea favorable que va por la montaña. Ambos caminos coinciden en Trabadelo. Los castaños envuelven el camino: ya huele a Galicia. También puedo fijarme en algunas construcciones interesantes a mi paso, como la iglesia de San Juan Bautista en La Portela de Valcarce o el Castillo de Sarracín, en ruinas, en Vega de Valcarce.
Las Herrerías: comienza el ascenso
Cuando ya he cumplido con más de la mitad de mi etapa (20 kilómetros, aproximadamente), llego a Las Herrerías, el punto del camino donde empiezo a subir. La meta: O Cebreiro. Se trata de una subida exigente que merece la pena disfrutar con calma. La entrada del Camino Francés en Galicia está señalizada con un mojón donde antiguamente se encontraba una ermita. Hoy se conoce como Teso de los Santos.
Continuo hasta O Cebreiro, donde nada más llegar sé que esta etapa será, efectivamente, inolvidable. No solo me quedo maravillada con el ambiente que se respira en el pueblo, es que allá donde mire el paisaje es fascinante. Es una pequeña aldea cuyo principal atractivo reside en sus típicas pallozas y la iglesia perrománica del siglo IX. El primer pueblo de Galicia del Camino Francés está a 1.300 metros de altura, por lo que la panorámica desde allí es increíble. Además de su aire medieval, al anochecer cae la niebla y lo hace aún más especial. Es un lugar realmente mágico donde cenar un rico caldo gallego y recuperar fuerzas.
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