Coronavirus
Volver a enfrentarse al coronavirus tras dar positivo
Esther es enfermera del Hospital Puerta de Hierro. Comenzó con tos en febrero y semanas después dio positivo. Tras la cuarentena regresa al trabajo
Muy a su pesar, Esther lleva semanas viendo los toros desde la barrera. Es enfermera, trabaja en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid y hace unos días se confirmó su positivo por coronavirus, aunque ya llevaba arrastrando algún síntoma desde finales de febrero. Así que, como es lógico, el virus la ha apartado de la primera línea de esta batalla sanitaria. Como el resto de España, Esther ha pasado las semanas de cuarentena en su casa, pero ella ha estado más inquieta que el resto: le asaltaban las ganas de ayudar, de curar, aunque ya le queda menos para volver: después de confirmar que está libre de Covid-19 y de tramitar el alta, el lunes se reincorporará a su puesto de trabajo. Ella es uno de los 9.357 pacientes curados pero también una de los 9.444 sanitarios que se han infectado.
«Esta crisis está dando por fin voz a algo que los sanitarios llevamos años sintiendo años. Todo el mundo ha visto que la sanidad está en una situación insostenible y hay que hacer algo. Es verdad que ha sido algo que ha llegado de forma imprevista, pero se nos ha ido de las manos», recuerda Esther en una conversación con LA RAZÓN. En su voz se nota que está plenamente recuperada y ya no queda rastro de esa tos que le ha traído de cabeza desde los últimos días del mes de febrero.
Por fortuna, solo experimentó síntomas leves. «Cuando yo empecé con tos esto estaba aún comenzando y en mi hospital, que estaba bastante preparado, había solo dos o tres pacientes en la planta específica que estaba habilitada para los posibles casos de coronavirus», recuerda, y afirma que no le realizaron las pruebas de coronavirus porque no había estado en contacto directo con un paciente contagiado. Pero lo que empezó con una ligera tos que Esther achacó en un principio a un simple resfriado se resistió a irse: «La semana siguiente me recomendaron ir a urgencias. Me miraron y me dijeron que estaba bien, así que continué trabajando, pero la tos seguía yendo a más. Llegué a preguntar a Salud Laboral por la prueba porque lo único que sabía era que nunca había tenido unos síntomas como los que sentía en ese momento».
Pero el ansiado test no llegó hasta el martes pasado, ya en estado de alarma, cuando se confirmó su positivo. Aunque lo que más quería era ayudar a sus compañeros, Esther ya llevaba entonces más de una semana de baja médica. «Pensé que iba a salir negativo porque no había tenido fiebre ni ningún otro síntoma, pero al día siguiente me confirmaron el positivo», cuenta.
En este tiempo apartada del hospital no ha dejado de estar en contacto con sus compañeras, que le han ido manteniendo al tanto del avance de la enfermedad en el Puerta de Hierro. «Allí la situación está como en todos los sitios: es un caos», lamenta, y continúa: «Han tenido que doblar el número de camas para poder atender a todos los pacientes. El personal está desbordado». Las sensaciones varían en función del día: «Hay veces que mis compañeras dicen que el día ha ido un poco mejor. Otras salen diciendo que se quieren morir, que es imposible».
Lo más positivo que Esther rescata de estos días es la colaboración entre todas enfermeras. «Nosotras mismas elaboramos protocolos internos, todas aportamos ideas y nos ayudamos», dice, a la vez que solo tiene buenas palabras para el equipo de gestión de su hospital: «Nos han informado de todo, nos han tenido siempre al corriente».
Hay una palabra que sale casi sin querer de los labios de Esther: miedo. «Tengo ganas de volver porque necesito ayudar, pero también tengo miedo. Al haberlo pasado ya he visto lo que es, y afortunadamente yo tuve síntomas leves. Estamos bajo mínimos y hace falta gente», subraya, a la vez que recuerda una vez más la necesidad de que lleguen equipos de protección y material.
En la conversación con Esther aún hay tiempo para expresar un sentimiento más: la incertidumbre por lo que vendrá una vez que esta crisis sanitaria se quede en un recuerdo. «Me da miedo el después, es una carga física y mental para la que no estamos preparados», concluye.
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