Coronavirus

Comienzan las obras “al 50%”, sin corrillos y con termómetros

Las empresas hacen turnos de 7:00 a 15:00 para evitar aglomeraciones a la hora de comer. Los trabajos se organizan de forma que no coincidan varios operarios

Las obras regresaron ayer a nuestro país, si bien es verdad que a medio gas. Principalmente por dos motivos: primero, porque este lunes, el primero tras Semana Santa, estaba fijado como día de convenio en el sector; y segundo, por las medidas de seguridad derivadas de la crisis del coronavirus, que está causando que las plantillas se dosifiquen para evitar contagios. Así, está previsto que el 1,27 millones de trabajadores reanuden su labor a lo largo de esta semana.

Ese era el caso de las obras que se ejecutaban ayer en la calle Dulcinea, cerca de la madrileña calle de Cuatro Caminos. Los trabajos se habían paralizado el 30 de marzo, después de que el Gobierno central decretara en el BOE el parón del sector de la construcción. Ayer se produjo la vuelta al trabajo, pero con notables diferencias: de los diez operarios que se encargaban de la obra, se ha pasado a cinco. Y, por supuesto, todos llevaban mascarillas. En todo caso, la empresa constructora estaba a la espera de la llegada de más materiales de producción.

«Todos, promotores y constructores, estamos muy concienciados. A nadie le interesa que se paralicen las obras, lo que podría significar la ruina», explica a este diario Juan Gómez, responsable administrativo de una constructora. Así, en el sector son conscientes de que el ritmo de la producción, al menos en las próximas semanas, no va a ir al 100%. «Se prefiere ir a un 50% y que las medidas de protección se vayan cumpliendo a que se cierren los centros de trabajo. No se está haciendo tanto hincapié en las fechas de finalización», añade.

Actualmente, las empresas del sector cuentan con una guía, previamente acordada por las federaciones de construcciones de UGT y CC OO, así como las patronales CNC y Seopan. Un documento que, si bien se determina que las actividades del ramo son consideradas de baja exposición al contagio, sí que incluye una serie de medidas de prevención. Entre otras, tener termómetros a disposición de los trabajadores en la propia zona de obras, así como no compartir herramientas y, por supuesto, no formar corrillos en los descansos, de forma que no se produzcan aglomeraciones.

Así, en algunas de las obras se han estipulado turnos de 7:00 a 15:00 horas. ¿El motivo? Evitar la pausa de los trabajadores para comer para que lo hagan fuera de horas de trabajo e impedir la formación de grupos numerosos.

«La asistencia que estamos teniendo es la misma que con la que cerramos», afirma Gómez. Actualmente, cuenta con 56 trabajadores en la construcción de unas viviendas en la localidad de Boadilla del Monte (Madrid). En este caso, el problema del contacto físico es menor: Al tratarse de 70 viviendas unifamiliares, distribuidas en un espacio de 25.000 metros cuadrados, pueden permitirse el contar con un trabajador por casa. No ocurre así en otras obras que retomaron ayer en la madrileña calle de Juan Bravo. En ese caso, la seguridad se extrema: mientras un operario alicata el suelo, el electricista encargado de la instalación no entra en la habitación hasta que el anterior trabajador no haya salido. Las mascarillas, distribuidas entre los trabajadores por las empresas, han pasado a ser obligatorias. Además también se están colocando dispensadores de gel hidroalcohólico.

Al igual que les está ocurriendo a los poderes públicos, los precios por estos artículos se han disparado «pasando a quintuplicar o incluso sextuplicar» su valor normal en el mercado.

¿Están los trabajadores tranquilos trabajando en estas condiciones? «No apreciamos preocupación», dice Gómez. De hecho, ellos son los primeros en estar concienciados. «Ahora acuden más en vehículo privado, cuando antes optaban por el transporte público», señala.