Movilidad

Los tesoros ocultos del Metro de Madrid

La renovación de la estación de Bilbao permite admirar una hornacina restaurada del año 1919

Las hornacina que puede verse en la estación de Bilbao/Foto: Dominio público
Las hornacina que puede verse en la estación de Bilbao/Foto: Dominio públicoLa RazónLa Razón

Metro de Madrid cumplió el año pasado sus primeros 100 años de historia. Fue inaugurado un 17 de octubre de 1919 por el rey Alfonso XIII, tras dos años de obras y la primera línea que entró en funcionamiento, entre Sol y Cuatro Caminos, tenía tan solo ocho paradas: las dos de cabecera y las de Ríos Rosas, Iglesia, Chamberí, Bilbao, Tribunal y Gran Vía, estaciones todas aún en servicio, a excepción de Chamberí, convertida hoy en museo-estación. Con estas credenciales, no es de extrañar que la red guarde secretos que poco a poco van saliendo a la luz.

Historia conocida es la de la «estación fantasma» de Chamberí, hoy llamada Andén 0, que los usuarios atentos de la Línea 1 pueden observar entre Iglesia y Bilbao; aunque quizá es más interesante acceder por el exterior los días de visita, que además es gratuita. Quedó en desuso por no poder ser ampliados los andenes para adaptarlos a los nuevos trenes con más capacidad, y tras muchos años en estado de abandono, finalmente en 2008 quedó convertida en museo, tras una ardua labor de restauración. Y es que esta estación lo merecía, pues conservaba la obra diseñada por Antonio Palacios, el gran arquitecto que firmó obras emblemáticas de Madrid, como el Palacio de Cibeles –actual sede del Ayuntamiento– y el Círculo de Bellas Artes, por citar sólo dos ejemplos.

Pero a comienzos del mes de julio, cuando terminaron las obras de renovación y accesibilidad de la estación de Metro de Bilbao, una grata sorpresa aguardaba a los usuarios. Y es que, durante los trabajos, quedó al descubierto y fue restaurada una de las mayores joyas ocultas del suburbano. Se trata de una antigua hornacina de azulejos, ubicada en uno de los pasillos de la estación que conduce a la línea 1, en la que se conservaba un anuncio de «Radio Seguro», una compañía de reparación de radios. Este anuncio se fijó y pintó en 1919, año de la inauguración del Metro de Madrid, cuando los aparatos de radio tenían un seguro por si se estropeaban, eran pues el equivalente a los móviles de hoy día. «El anuncio, pintado directamente sobre los azulejos, fue hecho por un mano experta, un pintor profesional, a juzgar por la proporción y dimensión perfectas de las letras», según destaca Francisco Gabriel Bejarano Navajas, quién junto a Virginia Gutiérrez Río, se han ocupado de las labores de restauración. Ambos forman parte del equipo de la empresa Insitu, que se encargó de este trabajo y de otras restauraciones así como se encarga hoy día de labores de conservación de elementos históricos de Metro.

«La hornacina no es que estuviese oculta tras una pared, es uno de los espacios circulares que forman parte del diseño original de la estación», aclara el restaurador Bejarano. «Lo interesante es que la función del nicho era de publicidad, y por el mensaje del anuncio, podía ser además un pequeño taller de reparaciones menores, ya que en el anuncio se puede leer: “Presencie la reparación de su radio”, aunque Radio Seguro tenía oficinas y talleres en otros edificios». De hecho, aún se pueden leer sus números de teléfono. El anuncio se encontró al retirar los restos de un viejo quiosco. «Hace bastantes años se instaló en el espacio de la hornacina y en los trabajos para recuperar este tipo de elementos, se retiraron los placas del quiosco y apareció el anuncio». Los trabajos de restauración duraron unos dos meses, el tiempo de trabajado necesario para devolver el aspecto original a la hornacina, basándose en documentación histórica de la época.

Hoy se han colocado una fotografías y recortes de prensa antiguos con noticias de la construcción, algunos esquemas y otras de época de la estación. Durante ese tiempo de trabajo, Bejarano cuenta que algunos usuarios les increparon al pensar que estaban quitando el anuncio «nos ponían verdes, que nos lo estábamos cargando, decían», cosa que también les pasó en otros trabajos de restauración «una profesión de riesgo, a veces», comenta.

Técnica artesanal

En cuanto a los azulejos sobre los que se pintó el anuncio, el restaurador detalla que «el alicatado en sí no tiene mucho interés, es el mismo que el usado en el resto de las estaciones. No es como los de los anuncios de la estación de Chamberí». Y es que, su empresa Insitu, tiene asignada la labor de mantenimiento de la estación Andén 0. «En Chamberí realizamos la restauración íntegra y ahora estamos con la conservación, que requiere una intervención cada varios años». Y es que el agua afecta a los azulejos «no por la parte del esmalte, sino por el interior» por que el agua lleva elementos disueltos «retirar todas las sales que están endurecidas, los carbonatos, que penetran en la cerámica y hacen saltar el esmaltado. Lo que ha provocado que muchos azulejos de han ido rompiendo, y otros han sido remplazados por completo». Para reemplazarlos se hacen nuevos azulejos, «la técnica es la misma que la usada entonces, es artesanal, hechos a mano. Se puede ver que existen variaciones de color por el grosor del esmaltado».

Uno de los restauradores trabaja en recuperar el aspecto original de la hornacina
Uno de los restauradores trabaja en recuperar el aspecto original de la hornacinaLa RazónLa Razón

Insitu, su empresa, también se ocupó de la restauración del mosaico de pasta vítrea que representa el puente de hierro de Bilbao, conocido como «Puente de Vizcaya», que está en el vestíbulo de entrada de la estación, antes de los tornos. «Tenía muchísimas lagunas, en algunas se habían pedido hasta de 400 o 500 piezas. En total repusimos cerca de 4.000 teselas», recuerda Bejarano, quién destaca que el mosaico «tiene un técnica muy curiosa, de “pixel art” muy anterior a la era de las imágenes digitales, que provenía de Estados Unidos, con las teselas como pixeles que crean una composición de color y con una forma de representar las imágenes de forma muy orgánica».

Un mamut en el metro de Carpetana

No todos los trabajos de restauración que hacen Francisco Gabriel Bejarano y Virginia Gutiérrez Río son azulejos y elementos de los primeros años de Metro, también se encargan del mantenimiento de las vitrinas que hay en los vestíbulos de la estación de Carpetana, que narran el pasado prehistórico de Madrid, un yacimiento paleontológico del Mioceno que fue descubierto durante las obras de esta estación de la linea 6. «Hace dos semanas terminamos de limpiar el mamut que está en una vitrina. Es una maqueta enorme que se encargó a una empresa de maquetas y llevaba doce años sin limpiarse. Es un trabajo muy complicado», recuerda Bejarano.