Coronavirus
Los padres, ante la vuelta al cole: «Asumo el riesgo porque tengo que trabajar»
Inseguridad y dudas en el primer día de regreso a las aulas ante la necesidad de que los centros escolares retomen su actividad después de seis meses
El director del colegio Arenales de Carabanchel, José Luis Marrero, ya ha hablado con los profesores que este año se encargarán de la escolarización de 1.200 niños después de seis meses sin clases presenciales: «Os pido flexibilidad mental; no me exijáis seguir actuando como antes del Covid-19. Lo que antes era de una manera determinada, puede que ahora no lo sea. Y la semana que viene, tampoco», les ha dicho. Con esta idea, el centro abrió ayer sus puertas a los alumnos más pequeños, los de primer ciclo de Infantil, que fueron llegando entre las 8:45 y las 9:15, un margen superior a lo habitual, que es de diez minutos. «Bienvenidos a este maravilloso curso 2020/21»,«¡Bienvenidos, una fiesta volver a encontrarnos!», podía leerse en los carteles de la entrada. Los padres se detenían en la puerta del centro para lavarse las manos con gel hidroalcohólico y deslizar los pies sobre la alfombrilla desinfectante. Las profesoras recibían a los niños con la toma de temperatura y el cambio de zapatos de los pequeños para entrar en su nueva «clase burbuja», los mismos niños con los que unas horas más tarde irían al comedor, que tendrá muchos más turnos para evitar aglomeraciones. Los que van a comer a casa, tendrán que situarse dentro del cuadrado que les corresponda, que hay pintado en el suelo, en función de la clase a la que pertenecen, a la espera de que sus padres vengan a recogerles.
Entre los profesores había ilusión por retomar las clases presenciales y, entre los padres, «inseguridad, dudas ante lo desconocido y mucha necesidad de que los coles se pongan en marcha, porque hay que ir a trabajar», asegura el director del centro concertado situado en el madrileño barrio de Carabanchel. «Hay que ser comprensivos con que no se va a acertar con todo a la primera y tenemos que normalizar que va a haber contagios, porque hay que tener en cuenta que a este colegio vienen niños de los barrios de las zonas más castigadas de Madrid por número de casos diagnosticados». Por eso, su idea es remitir todas las semana un correo a los padres para informarles de cómo evoluciona la situación con medidas que pueden ir cambiando para ajustarse a las circunstancias cambiantes.
«Estoy entre la espada y la pared, no quiero que a mi hijo le cuiden los abuelos, no quiero que estén expuestos pero, ¿qué podemos hacer si empezamos a trabajar? No hay personas disponibles para cuidarles o el coste puede ser alto. Además, para el niño, psicológicamente es importante relacionarse con otros. Tenemos miedo al contagio, pero tenemos que asumir el riesgo», cuenta Carmen, el primer día que trae a su hijo al colegio.
Ayer era también el primer día de cole para Borja. Su padre, José Parra, ya le había tomado la temperatura antes de salir de casa, una de las exigencias que se ha transmitido a los padres antes de llevarles al centro. «Queremos que nuestro hijo aprenda y tenga una buena educación y a la par tenemos miedo al contagio, pero tenemos que convivir con lo que está pasando».
«Mi hija ya pasó la Covid hace unos meses de forma leve, como si fuese un constipado, así que espero que no se reinfecte», dice Ángela, otra madre del colegio.
Ana Pilar Giménez, subdirectora de Infantil, asegura que el colegio lleva entrevistándose con los padres desde junio para atender sus dudas. «Se hicieron videoconferencias y, quien quiso, vino a ver las instalaciones. Ya en julio los profesores contactaron de nuevo con los padres en sesiones online con indicaciones sobre el período de adaptación, el horario de entrada y salida y tuvieron la ocasión de conocer a la profesora de sus hijos. Ya en septiembre, el director envió un correo con datos más concretos sobre el protocolo sanitario y la escolarización. Todo esto creo que ha servido para tranquilizar a las familias», asegura.
De momento, ayer fue «la fiesta de la vuelta al cole». Y durará toda la semana, asegura el director. Los profesores han organizado distintos juegos y talleres para que los alumnos se diviertan. «Los niños tienen que disfrutar viendo a sus amigos y compañeros porque nos jugamos mucho toda la sociedad, hay que sanar la brecha emocional de todos estos meses por falta de clases presenciales».
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