Tecnología

La empresa madrileña que ha puesto un pie en Marte

Ramem, pyme creada hace seis décadas, con sede en Torrejón y adquirida por el grupo Arquimea, ha construido uno de los sensores de la misión Perseverance

Sede de Ramem, en el polígono industrial Las Monjas de Torrejón de Ardoz
Sede de Ramem, en el polígono industrial Las Monjas de Torrejón de ArdozArquimea Group

Jueves 18 de febrero, 21:55 hora peninsular. La alegría es absoluta en el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL, en sus siglas en inglés), de la NASA cerca de Los Ángeles, California. Los llamados «siete minutos de terror» hasta que el «rover» se posa en el llamado Cráter de Jezero han culminado con éxito. Podríamos decir que era el final de un largo viaje que comenzó el pasado 20 de julio, tras atravesar una distancia de 470,7 millones de kilómetros. Sin embargo, aquel hito supone solo el principio de la misión Mars 2020. A partir de ahora, todo queda en manos del rover Perseverance. Construido sobre seis ruedas, con una longitud de unos tres metros de largo y un peso de 1.025 kilogramos, este ingenio mecánico tiene la responsabilidad de buscar en Marte señales de vida microbiana pasada y presente, así como la recogida de rocas y sedimentos para su envío y posterior análisis a la Tierra.

Del taller a las aeronaves

No solamente en Los Ángeles celebraban el éxito de la misión. También lo hicieron en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz. Concretamente en el Polígono Industrial Las Monjas. Una zona construida en los años noventa, situada al suroeste del municipio y comunicada con las autovías A-2 y M-50. Además de otras empresas dedicadas al I+D+i, allí tiene su sede desde 2017 Ramem. Una compañía tecnológica fundada a finales de los años cincuenta del pasado siglo, como un pequeño taller de mecanizado de utillajes. Sus dos primeras décadas de vida estuvieron dedicadas en exclusiva al sector automoción. Con todo, a principios de la década de los ochenta, comenzó a trabajar en el sector del mantenimiento aeronáutico de turbinas. Así, amplió su actividad a las aeronaves y el espacio. Hoy, está centrada en el diseño y fabricación de equipos mecánicos y electromecánicos. Desde entonces, ha sido reconocida como una de las cinco pymes más innovadoras de la Comunidad de Madrid (2005) y recibió el premio a la más innovadora del sector del metal de la Asociación de Empresas del Metal de Madrid (Aecim, 2008).

El pasado año, Ramem fue adquirida por el grupo tecnológico Arquimea, como parte de su plan de crecimiento y diversificación. Una corporación multisectorial que opera en más de 20 países y cuenta con más de 350 profesionales, ofreciendo soluciones innovadoras en cinco áreas de actividad principales: aeroespacial y defensa, servicios industriales, sanidad, «agrotech» (tecnología aplicada a la agricultura), y «fintech» (tecnología financiera).

Así, esta compañía madrileña, ahora dentro de Arquimea, compuesta por más de 40 ingenieros, doctores, graduados y técnicos altamente cualificados, ha sido también responsable de que el «rover» Perseverance se haya posado sobre la superficie del planeta rojo. Como apuntan a LA RAZÓN desde Arquimea, el robot cuenta con el instrumento MEDA (Mars Environmental Dynamics Analyzer). Se trata de un sistema de análisis de la dinámica ambiental en Marte. El proyecto MEDA ha estado liderada por el Departamento de Instrumentación Avanzada del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA). Y, entre sus sietesensores, se encuentra el ATS (Sensor de Temperatura del Aire). Así, Arquimea, a través de Ramem, fue la encargada de fabricar elementos mecánicos de alta calidad y precisión para construirlo.

Para hacerse una idea de su importancia, los sensores de MEDA, instrumento de unos cinco kilos de peso, servirán para medir la dirección y velocidad del viento, la temperatura del suelo y del aire, la humedad relativa, la presión atmosférica, la radiación solar y las propiedades del polvo. Del mismo modo, dispone de una cámara para tomar imágenes del cielo.

Una vez que se disponga de los datos recopilados por Perseverence, los científicos podrían predecir el clima y la temperatura marcianas. Todo ello sin olvidar que el Cráter de Jezero, de unos 3.500 millones de años de antigüedad, era un lago donde desembocaba un río. Así, sus rocas cuentan con un enorme potencial a la hora de contarnos la historia del planeta. Y, sobre todo, si en algún momento llegó a albergar vida. Toda esta información climatológica no solo servirá para saciar la curiosidad de los investigadores. En el horizonte se encuentra una meta a la que nadie se atreve a poner fecha exacta: una misión tripulada a Marte. Bien sea a mediados de la presente década, bien a finales de la misma, como señalan las previsiones más conservadoras, la posibilidad de anticipar las condiciones ambientales marcianas puede ser determinante a la hora de afrontar el viaje. Más a corto plazo, MEDA registrará «todas esas magnitudes de manera ininterrumpida durante toda la duración de la misión», afirman desde Arquimea. Los sensores estarán distribuidos por la cubierta y el mástil del vehículo, y realizarán sus operaciones en coordinación con el resto de los instrumentos que también forman parte del proyecto.

Hay que decir que no es la primera incursión de Ramem en Marte. También participaron en una de las últimas misiones, la del robot Curiosity, que aterrizó en el planeta en 2012. Al igual que Perseverence, aquel proyecto posó sobre la superficie un robot para analizar el polvo y las rocas del planeta.

Experiencia espacial

En aquella ocasión, Ramem colaboró en la construcción del REMS (Rover Environmental Monitoring Station). Se trataba de una estación meteorológica que medía la presión atmosférica, la humedad, y la dirección y fuerza del viento, así como la temperatura ambiental y los niveles de radiación ultravioleta. Entonces, el proyecto estuvo encabezado por el Centro de Astrobiología con el apoyo del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial y el Ministerio de Educación y Ciencia, el Ministerio de Defensa a través del Nacional de Técnica Aeroespacial de España y la colaboración de Finnish Metereological Institute. Por otro lado, la compañía de Torrejón también jugó un rol en la misión Columbus, un laboratorio lanzado en 2008 con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI). Entonces, entre los experimentos que viajaron a bordo, se encontraba el TriboLAB. De unos 16 kilos de peso, estaba constituido por una bancada de experimentos de tribología: la ciencia de los lubricantes. El objetivo era ensayar el comportamiento de nuevos lubricantes desarrollados para entornos muy agresivos, como lo es el espacio exterior. Y es que, según señaló entonces el INTA, que encabezó el proyecto, las condiciones extremas de microgravedad, oxígeno atómico, vacío, temperaturas y radiación no son directamente reproducibles en la Tierra, por lo que la EEI suponía un entorno único para la realización de estos experimentos.

Calentamiento global

Anteriormente, Ramem participó en la misión Envisat, en este caso auspiciada por la Agencia Espacial Europea. Lanzado en 2002, se trataba de un satélite de observación terrestre que orbitaba nuestro planeta durante 101 minutos, cada 35 días. Así se mantuvo durante el año 2012, un período en el cual recopiló datos sobre la atmósfera terrestre y los océanos con el objetivo de poder controlar el calentamiento global, mitigando sus efectos. Aquella vez, la compañía madrileña diseñó el conocido como APM (Antenna Pointing Mechanism) para el satélite.

Ahora, los ojos de nuestro planeta están puestos sobre Perseverance. Los materiales analizados podrían ser recogidos por una futura misión, proyectada para mediados de la presente década, de forma que serían estudiados de primera mano. Mientras, nos toca fantasear sobre los secretos que esconde un planeta que hoy es está más cerca que nunca.