Polémica
El mural feminista de Ciudad Lineal, restaurado y a juicio: «Tiene un trasfondo antigitano y machista»
Casi 400 gitanas madrileñas solicitaron incluir en el nuevo mural del polideportivo del barrio de la Concepción a Alfreda Noncia, mujer polaca que salvó a 50 niños del Holocausto
Han sido casi seis meses de caras pintadas de negro. Medio año entre protestas vecinales e iniciativas ciudadanas en respuesta a un instante de ira y de orgullo herido de unos pocos motivados por una proposición política mal pensada. Medio año de prensa nacional e internacional en torno a una guerra cultural sobre la que hasta entonces solo hablaban las vencidas. Medio año para pensar en recuperar el mural del polideportivo del barrio de la Concepción después de que fuera vandalizado por colectivos de extrema derecha la madrugada del último 8 de marzo.
Sin embargo, ha faltado tiempo para que el resultado de la restauración de la obra del colectivo de artistas urbanos de Ciudad Lineal Unlogic Crew luzca hoy al gusto de todas. Porque sí, la reinauguración de esta pintura de 50 metros de largo en la calle de José del Hierro se celebró el 29 de agosto al calor de un centenar de mujeres entre las que no faltaron Isa Serra y Ione Belarra, pero las hay que se siguen sintiendo invisibilizadas: las gitanas.
Cuando el mural fue saboteado, Estefanía Ruiz fue una de las primeras activistas en dar un paso al frente para salvarlo y, junto con una marca de ropa, diseñó una camiseta solidaria en homenaje a las protagonistas de la obra. Estefanía no pudo no aprovechar la ocasión para sumar al grupo de mujeres un nuevo nombre, el de Alfreda Noncia, una polaca de etnia gitana que, durante la Segunda Guerra Mundial, salvó la vida de decenas de niños judíos. Esto animó a que, como ella, cerca de otras 400 gitanas madrileñas firmaran un escrito solicitando que Alfreda apareciera en el mural una vez restituido, petición que enviaron a Unlogic Crew, al parecer, sin suerte. «Sus promesas eran vacías. Haciendo uso de un silencio cómplice y antigitano, no trasladando en sus reuniones la necesidad de incluir a una mujer gitana a las defensoras del mural, a la Junta Municipal o al Ministerio», lamenta a través de Instagram la integradora social.
La alternativa que se les propuso, continúa diciendo ella, fue dedicarles otro espacio «al margen del mural», en una vía que el colectivo denuncia como zona que perpetúa su exclusión, lo que no les basta. Que si algo ha quedado claro después de estos seis meses de lucha es que lo simbólico importa.
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