Madrileño de Atocha
Juan Muñoz, autor de “Fray Perico y su borrico”: «Estuve en el Seminario de Madrid cuando era joven, pero me echaron»
A sus 92 años sigue escribiendo libros en clave de humor para las nuevas generaciones y asegura que lo que más le gusta del Madrid de ahora son los túneles subterráneos
En sus manos se leen los surcos del humor, las de un madrileño de Atocha que, a sus 92 años, sigue escribiendo cuentos para niños. Entre sus dedos, como viejas raíces de un árbol, reside la magia de la tinta mezclada con la risa. El autor de «Fray Perico y su borrico», el libro más leído de Barco de Vapor y «El Pirata garrapata» dice que aún tiene muchas cosas que contar.
Las ideas le asaltan en cualquier momento, sigue escribiendo de puño y letra y separa con pinzas de la ropa los capítulos, las historias nuevas. Asegura que no le gusta su “nuevo trabajo”, el de tener que ir por las mañanas a un centro de mayores para hacer ejercicio porque él tiene que seguir escribiendo cuentos.
Confiesa que del Madrid de ahora le gustan los túneles subterráneos. «El poder ir por metro. Es mejor que lo de antes porque hay más medios modernos y más rápidos, más frecuentes», asegura. Fue maestro y fundó varias escuelas junto a dos de sus hermanos Pepe y Luis. En 1966 obtuvo el premio Doncel por su cuento «Las tres piedras», ese libro que terminó en una sola noche para presentarse a un concurso con el apoyo de su entonces novia, quien luego fue su mujer y la que le cogería a máquina las historias que hoy recorren la memoria de numerosas generaciones.
Fue en la época en la que impartía clases en una escuela de la calle Toledo, cuando tras ganar un concurso de belenes que organizó el colegio, un inspector le regaló el libro de «Las florecillas» de San Francisco, el germen de «Fray Perico y su borrico», su obra más importante con la que ganó el Premio SM El Barco de Vapor en 1980. Juan Muñoz Martín recuerda que tal vez ese personaje pudo crearse en su imaginación tras su paso por el Seminario de Madrid. «Ingresé en el seminario, antes de ser profesor. Me echaron, porque éramos muchos los que habíamos entrado, unos 101. Creo que a alguno había que echar porque había que dar ejemplo y alguno dábamos más guerra...». (Ríe) ¿Y de ahí surgió Fray Perico? «Puede ser. Pero me gustaba leer a San Francisco, me interesan de siempre los evangelios...»
Cuando se le pregunta si cree que él es el Cervantes de los niños dice tajante: «No, pero me dieron el Cervantes chico». «Yo tengo un español moderno y el Cervantes era antiguo. Hay una diferencia de tratamiento del libro. Son cosas que no se sabe cómo van sucediendo, pero suceden». «Los niños lo leen porque les gusta, y se ríen de lo que se me ocurrió».
Si el «pirata garrapata» se hubiera perdido por las calles de Madrid, su autor tiene claro dónde encontrarlo: «En el Seminario había una zona muy grande que caía casi sobre el río Manzanares de Madrid», aunque cree que «encontraría muchos tesoros debajo de Madrid porque hay muchos túneles del tiempo de la guerra».
Su último libro, el que le llevó este año también a la feria del libro es «el pirata garrapata en Marte» y cuando se le pregunta tira de sentido del humor: «En martes, en miércoles...» Eso sí, asegura que lo de ir al planeta rojo se lo planteó: «Se podría ir a Marte, y por un poco no estuve en momento de poder ir».
Le hace especial ilusión dejarse entrevistar por los alumnos de los colegios después de que se hayan leído sus libros. Le mandan dibujos de sus personajes y retratos. «Uno de los niños me preguntó si tenía el burro de Fray Perico en casa, y le dije que sí». «Yo cojo todo y lo que unos ponen en clave de Sol o clave de Fa, yo lo pongo en clave de broma y a los niños les gusta». Y es que también como profesor de literatura «les ponía a cantar la lección. Los alumnos decían: «Vamos a la clase de Juan que nos partimos de risa». Aprendió de sus alumnos el respeto. «Si quieres que te respeten tienes que hacerlo tú también, aunque sean niños».
Es un autor veterano que está a la última y responde en Twitter a lo que llama «mensajitos» de sus lectores. «¡El otro día me escribieron desde la Antártida!».
Dice que no quiere perder el tiempo, porque en esas él se escribe un libro y que la forma de presentar a los niños las cosas que se van encontrando en la vida actual, «eso es lo que me motiva ahora para hacer cosas nuevas».
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