La opinión de Gonzalo Miró: Los peligrosos de 140 caracteres

L a política actual se ha ido adaptando a las nuevas formas de comunicación para llegar con efectividad a la mayor cantidad de personas posibles. Los eslóganes de campaña son más antiguos que el hilo negro, pero antaño bastaba con acertar cada cuatro años, mientras hoy nos despertamos con nuevos lemas casi cada día.

El acceso a la ingente cantidad de información que se tiene actualmente es tan positivo como peligroso y es que, aunque la capacidad de llegar a más gente que nunca debería ser un hecho para celebrar, jamás había sido tan fácil manipular los mensajes.

Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el mundo occidental es el de las «fake news», algo que todos hemos sufrido en algún momento por la rapidez con la que los mensajes se hacen virales.

Las mentes retorcidas, los egoístas, esa gente que solo tiene afán por el poder, la notoriedad y conseguir lo que quiere a cualquier precio, no tiene el más mínimo cargo de conciencia a la hora de propagar a los cuatro vientos cualquier mentira o medias verdades para conseguir su propósito.

Las consecuencias de estos comportamientos son mínimas, pues mientras consigan enfangar el terreno y llevar los debates al barro, el lugar donde todos estos especímenes encuentran su hábitat natural, saben seguro que el retorno será mas o menos positivo, pero rara vez negativo.

En un mundo ideal, cada vez que un político o cualquiera de sus esbirros estuviese intentando engañar al prójimo a conciencia haría saltar una alarma, pero desgraciadamente la única arma de la que disponemos para defendernos es estar mejor formados y bien informados, algo que a muchos no les termina de convenir.