Familias

Victoria de Caveda, madre de acogida: «En casa somos mamá y papá para todos»

Narra a LA RAZÓN su experiencia en este modelo de familia, y afirma que “la gente, hasta que no lo vive, no se da cuenta de que esto aporta muchísimo”

Victoria de Caveda, madre de acogida en Rivas Vaciamadrid
Victoria de Caveda, madre de acogida en Rivas VaciamadridEnrique CidonchaLa Razón

Victoria de Caveda es psicóloga. Está casada y tiene tres hijos biológicos. La suya es una familia en apariencia convencional. Pero, en un momento en el que el número de hijos no hace sino descender, ellos han optado por ser más. Muchos más. Y es que la familia la completan una hija adoptada en China, Andrea, que tiene 17 años; otra hija, de diez, que estuvo primero en acogimiento permanente y luego pasó a adopción; otra hija en acogimiento permanente, de 8 años; y otra que, con 2 años, está en acogimiento temporal.

«Hemos pasado por todos los tipos de acogimiento que ofrece la Comunidad de Madrid», dice Victoria, quien nos ha abierto las puertas de su casa para contar la historia de su familia. Pero, ¿cómo se sabe que este es el modelo de familia que se quiere tener? «Primero tuve a mis tres hijos», relata. «Mi idea había sido siempre la de tener una familia numerosa, pero, además, antes de casarme ya tenía la idea de tener hijos adoptados», explica. Ella siempre ha sido consciente de que «los hijos pueden llegar a la familia de maneras muy distintas, y esta era una opción también muy buena». Además, esa idea de compartir hijos biológicos con adoptados o acogidos le parecía muy enriquecedora. «La experiencia de la adopción la vivimos tan bien que nos quedamos con ganas de más», dice. Entonces una amiga, que trabaja en Servicios Sociales, les habló del acogimiento familiar. «Yo pensaba que la única opción era la adopción. Y, años después, aun me pasa que muchas veces cuando le dices a alguien que tienes a una de tus hijas en acogida, te pregunta que qué es eso», afirma, sonriendo.

Aquella niña que acogieron era, cuando llego a su casa, una grandísima prematura, pero a ellos no les importaba. Lo que primaba era poder darle la oportunidad a esa niña de tener la familia que sus padres biológicos no le podían dar. «Es verdad que da mucho vértigo, porque son niños que ya de por sí tienen el problema del abandono y, si además se le añaden problemas físicos, con un diagnóstico tan incierto, la cosa se complica», explica Victoria, quien aclara que la niña ahora está perfectamente.

Esta primera experiencia dio lugar a muchas más. «En aquel momento vimos que teníamos los recursos y la capacidad para, como familia, poder seguir abriendo nuestra casa a otros niños que lo necesitaran», dice Victoria, «y nos animamos a otros programas, como el de vacaciones». De hecho, la niña que tienen ahora en acogimiento permanente estuvo primero en el programa de la Comunidad de vacaciones en familia. «Pasó un mes con nosotros y poco después pasó a proponerse para acogimiento permanente. Nos lo planteamos y ahora aquí», relata.

Alberto San Juan, delegado de Infancia, Familia y Fomento de la Natalidad de la Comunidad de Madrid explica que, como este caso, hay 3.697 menores con alguna medida de protección en Madrid. Es decir, que han tenido que ser separados de sus familias, y pueden ir o bien a centros de tutela de la Comunidad o bien a familias acogedoras. «El 60% están con familias, que pueden ser otros familiares o con familias seleccionadas, que son aquellas que se ofrecen para acogerlos», señala. «Cuando un niño es separado de su familia es porque la situación hace que esto sea lo mejor para ellos, e inmediatamente comenzamos a trabajar para solucionar la situación», aclara.

El día a día de las familias acogedoras no es distinto al de una con hijos biológicos. «Somos papá y mamá para todos nuestros hijos, sin distinción», asegura Victoria. Sin embargo, es consciente de que cuando los niños son acogidos, siempre hay que tener en cuenta que siguen manteniendo el vínculo con su familia biológica y, llegado el momento, pueden volver con ellos. Victoria suspira. «Con eso hay que contar», dice. «En el confinamiento acogimos de emergencia a una bebé que vino con un mes y se marchó con seis. Y ahí hubo una despedida. La niña pasó a adopción, y está claro se llevan un trocito de tu corazón», reconoce. «Duele, claro que duele, pero hay que aceptarlo, porque merece la pena tanto para ti como para el niño o la niña», aclara.

«Es difícil, pero la balanza es positiva. Ahora mismo ya pueden más, por número, los acogidos y adoptados que los biológicos, y los niños lo han vivido con una naturalidad asombrosa», explica Victoria. «La gente, hasta que no lo vive, no se da cuenta de que esto aporta muchísimo. En las residencias están bien, hay unas necesidades cubiertas, pero un niño no necesita una institución. Necesita estabilidad, cariño, comprensión… y eso solo lo puede dar una familia», asegura.

Una convivencia mínima de tres años en parejas
Familia acogedora puede ser quien quiera serlo. Tal como explican desde la Comunidad de Madrid, no se piden «grandes requisitos, sino cosas muy normales»: tener medios suficientes y estables y que no esté en un proceso delicado de enfermedad. Cuando son parejas se pide que haya una convivencia mínima de tres años.