Madrid

La (muy) Querida de Húmera

Su propietario es el empresario David Fernández, quien desde hace veinte años posee un negocio de tatuajes en la calle Montera, y se ha propuesto sacar adelante el restaurante en el que no se cansaría de reservar

Restaurante La Querida
Restaurante La QueridaEnrique CidonchaLa Razón

Es de agradecer que Pozuelo y alrededores cuente con espacios gastronómicos en los que toma todo el sentido el placer de comer. Los hay, pero faltan, y para quienes nos gusta hincar el diente la variedad es bienvenida. En el mismo pueblo de Húmera se encuentra La Querida, muy cerca de Somosaguas y La Finca. Es decir, en una zona residencial y en una ubicación estratégica para quienes les gusta comer y beber bien y no tener que coger carretera.

Su propietario es el empresario David Fernández, quien desde hace veinte años posee un negocio de tatuajes en la calle Montera, y se ha propuesto sacar adelante el restaurante en el que no se cansaría de reservar. Vayamos. En la entrada, una zona informal, compuesta por una barra, un par de mesas altas y otras dos bajas para tapear y pedir varias medias raciones, un vino e, incluso, aquí sí, una copa, porque la oferta de destilados es amplia. Al fondo, uno de los comedores, pero nosotros optamos por un segundo en el que se agradece que, de verdad, exista una distancia entre las mesas, que, aunque parece una obviedad, no siempre la encuentras.

Elegante novedad

Según hacemos nuestra la mesa, nos recomiendan un Valdesil, de la D.O Valdeorras. A su temperatura perfecta para que resulte el aperitivo diez, lo acompañamos de unas aceitunas gordal bien aliñadas, y de unos rollitos de queso provolone con albahaca y mermelada de tomate. Nos gustaron las croquetas de rabo de toro, porque no les faltaba enjundia, tan ricas de sabor como las de jamón ibérico. Las alcachofas se encuentran en todo su esplendor, así que es obligado disfrutar de ellas en temporada y así hacemos. Confitadas y con un mínimo paseo por la plancha, anteceden al foie casero, para untar en unas tortitas de pistacho sobre las que colocar una pizca de gelée de rosas, y a los buñuelos de bacalao con alioli de ajo negro.

Además de la carta, cada día la propuesta la completan varias sugerencias. El día de nuestra visita, la chuleta de atún era una de ellas, además del sargo y el rape, pescado por el que nos decantamos. Llegó en un perfecto punto de cocción, con su salsa bilbaína y junto a una parrillada de verduras, y lo armonizamos con un Mar García, un garnacha tintorera de Dehesa El Carrascal. Como guisos, los judiones del Barco de Ávila con perdiz o las verdinas con almejas y alcachofas y entre las carnes, es tiempo del lomo de ciervo con salsa civet y puré de castañas. La tarta de queso tiene su gusto a Idiazábal. Cierto.