Solidaridad
Marisa Fernández: “Sueño con que la Orden de Malta tenga su propio hospital en Madrid”
El convenio del San Juan Bautista con un hospital mejorará los diagnósticos
En la calle Morando de Madrid se encuentra el Centro Social San Juan Bautista de la Orden de Malta, un lugar que alberga asistencia médica, cuidados y escucha para personas sin recursos que residen en la Comunidad de Madrid. Al mando está la Dra. Marisa Fernández Jiménez, marquesa de San Juan de Nieva. Especializada en análisis clínico y formada en cardiología preventiva, fue directora de la Fundación Española del Corazón durante varios años y lleva en la Orden de Malta desde finales de los 80, institución a la que guarda un gran afecto.
Para quien no la conozca, se trata de laorganizacion benéfica internacional más antigua del mundo y puede presumir de haber cumplido más de 900 años. Centra su labor en la atención a los necesitados y los enfermos desde sus delegaciones repartidas por toda España. En el caso del San Juan Bautista, centro de atención primaria básica homologado por la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid, este cuenta con una consulta de medicina general y servicios como cardiología, podología, fisioterapia, odontología, oftalmología y psicología online y presencial.
Facilitar los diagnósticos
Además, este llegó a un convenio recientemente con un prestigioso hospital para derivar algunos casos y mejorar los análisis clínicos, algo difícil de conseguir normalmente, pues muchos de los pacientes no tienen tarjeta sanitaria. En una semana más o menos, se contará con esa ayuda para conocer las patologías con mayor celeridad. Esto amplía la capacidad asistencial del centro, sin embargo, para Marisa no es suficiente: “Mi sueño es que la Orden de Malta tenga su propio hospital”, confiesa en entrevista con LA RAZÓN. Pero si algo caracteriza al citado centro es la labor de sus voluntarios.
“El equipo asistencial lo constituyen 27 profesionales en activo y colegiados. Muchos de ellos salen agotados de sus trabajos y, en lugar de descansar, vienen y continúan ayudando”, destaca sobre una tarea que se complicó durante la pandemia, pues algunos sanitarios se infectaron y se ausentaron por la cuarentena, aunque el centro se mantuvo abierto para urgencias y algunos casos especiales que precisaban seguimiento. Además, una donación posibilitó que pudieran ofrecer videoconsultas.
Los voluntarios de la policlínica atienden a personas sin recursos desde distintos ámbitos
Así, los voluntarios se desviven cada lunes y miércoles por las tardes para atender a quienes lo necesitan. Según ilustra, el perfil de los que hacen cola para recibir los servicios de la clínica ha cambiado, y la Dra. destaca que cada vez acuden más mujeres jóvenes. Respecto a la procedencia, destaca a los latinoamericanos, marroquíes y, últimamente, refugiados ucranianos.
“Algunos sienten miedo al ver el ordenador, pues piensan que van a tener problemas por no tener los papeles. Pero tras recibir atención por nuestra parte, ser escuchados y ver que aquí no tenemos prisa, se relajan y muchas veces salen con una sonrisa, que es lo que nos distingue. Después, les damos alguna frutao o producto de higiene, que les hace mucha ilusión, porque en ocasiones no pueden permitírselos”, recuerda.
Con respecto a los servicios más demandados, hace énfasis en la importancia de la podología para muchas personas que andan kilómetros hasta el centro con mal calzado, algunos de ellos sin hogar, o el servicio de odontología, que habitualmente no lo cubre la seguridad social y puede marcar la diferencia de cara a que los pacientes puedan acceder a un puesto de trabajo.
“Crece la pobreza farmacéutica, las personas no tienen recursos para pagar las medicaciones y terminan abandonando los tratamientos”, apunta sobre una necesidad que también suple la Orden. El centro, por otro lado, cuenta con su propio Corte Inglés, bromea la dotora en alusión a un almacén donde quienes lo necesiten pueden encontrar ropa, bisutería y hasta bikinis. “Nuestro objetivo es ayudar a las familias, la solidaridad es lo mejor de estar aquí”, concluye.
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