Polémica

Condena enérgica, pero poco: la reacción de la Complutense a las amenazas a profesores

La UCM condena «enérgicamente» la universidad y su rectorado unos hechos sobre los que no da ningún tipo de pista, ni sobre ellos ni sobre los vándalos que los han llevado a cabo

Algunas de las consignas y amenazas, en todo tipo de formato, reivindicadas por la asociación «Trans-MariBiBollo» RQTR
Algunas de las consignas y amenazas, en todo tipo de formato, reivindicadas por la asociación «Trans-MariBiBollo» RQTRLa RazónLa Razón

Lee uno la «enérgica condena» de la Universidad Complutense y no sabe muy bien si, lo que se reprueba, son las explícitas amenazas contra profesores que aparecieron el otro día en la facultad de Ciencias Políticas, los grafitis que lucen algunas de sus paredes o algún percance aleatorio sin mayor importancia. No se sabe muy bien qué ha ocurrido ni quién lo perpetra. Es curioso: condena «enérgicamente» la universidad y su rectorado unos hechos sobre los que no da ningún tipo de pista, ni sobre ellos ni sobre los vándalos que los han llevado a cabo, como si se tratasen de desastres naturales sin un responsable, algo desagradable pero inevitable.

Contrasta este comunicado, que de enérgico solo tiene la autocalificación como tal que se arroga, con la contundencia y determinación con que se manifestó la UCM cuando aquello de los chavales del Elías Ahuja. Con lo de los gritos dipsómanos y faranduleros de los críos, aun consentidos y respondidos por las chicas del colegio de enfrente, no dudó el rectorado de la Complu en calificar, señalar, condenar y exigir sanciones. No nos quedaba ni media duda al leerlo sobre a qué y quiénes se referían en sus condenas.

Algunas de las consignas y amenazas, en todo tipo de formato, reivindicadas por la asociación «Trans-MariBiBollo» RQTR
Algunas de las consignas y amenazas, en todo tipo de formato, reivindicadas por la asociación «Trans-MariBiBollo» RQTRLa RazónLa Razón

Pero claro, no comparen: nada tiene que ver el peligro que supone un pijales postadolescente pretendiendo aparearse toscamente con un estudiante de izquierdas, irreprochable moralmente, creando palimpsestos en actos performativamente ilustrativos. Aquellos gritaron «putas». Estos últimos solo han robado unos libros de la biblioteca de la universidad para evitar que nadie pueda consultarlos, han arrancado sus páginas, escrito sobre ellas amenazas a profesores, han acusado a los autores y a parte de la comunidad educativa de transfobias, han vandalizado el edificio de la institución… Una fiesta que se les fue de las manos.