Opinión

Indepe y poliamorosa pero romántica

Me tiene fascinada la historia del policía infiltrado (hasta las trancas) en movimientos independentistas y denunciado ahora por cinco de las ocho indepes a las que se trajinó (tres no le ponen ni medio pero a su operación). Le acusan de abusos sexuales y hasta de tortura, porque dicen que entablo “relaciones sexoafectivas” para obtener información. Y que ellas, si llegan a saber que era poli, no se encaman. Que por quién las toman. Se puede ser indepe y poliamorosa pero también romántica, un respeto. Dicen que el consentimiento estaba viciado por la mentirijilla del mozo.

Me parece interesantísimo este extremo, porque si el desconocimiento de la existencia de una característica concreta anulase el consentimiento a posteriori, estaríamos aquí abriendo una puerta muy peligrosa. ¿Quién no se ha liado con alguien que ha resultado ser más gilipollas de lo moralmente aceptable? ¿Quién no ha se ha mostrado más encantador o menos borde de lo que es por naturaleza ante otro para propiciar el arrime? Si para una separatista convencida el límite es la pertenencia a las fuerzas de seguridad del Estado, para un esteta podría ser el exceso de filtro Valencia y flou en la foto del Tinder.

¿Cuántas capas de maquillaje y ahumado en los ojos es sería el límite establecido para que al despertarte al día siguiente no se sienta el mozo abusado y como resentido? ¿Que se te reconozca sin problemas o que levemente recuerdes a lo que ayer se deslizó entre sábanas? ¿Se debería dar cuenta del uso de fajas reductoras moldeadoras antes del yacer? ¿Dónde está el límite? Es de chiste que estén los antisistema rebotados porque el poli se puso creativo, indignados porque es más antisistema que ellos. Reclamando que los te quiero sean sinceros y, el sexo, con amor. El punk ha muerto o es facha.