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El Madrid de

Doña Julia: «Mis platos favoritos son los que gustan a la gente»

Entre cazuelas y recuerdos servidos en platos de cuchara, la chef ha construido una historia de perseverancia, sabor y raíces

Doña Julia, chef del restaurante Asturianos. David Jar David JarPHOTOGRAPHERS

Su pasión por la cocina le vino casi que por obligación. Doña Julia vivía en Valladolid y sus aspiraciones giraban en torno a ser profesora de confección. Sin embargo, «por cosas de la vida me vine a Madrid», señala la entrevistada. Fue en la capital donde su hermana regentaba un bar y también donde conoció a su marido. «Yo no sabía nada de cocina, era mi marido quien entendía. A mí me costó mucho trabajo aprender, una lucha».

Asturianos (Vallehermoso, 94) representa al menú del día de muchos trabajadores y trabajadoras del barrio, el homenaje de momentos especiales y también el lugar donde sentirse en plena «tierrina». Los platos emblemáticos y por los que Doña Julia se ganó el respeto de quienes allí han comido no son otros que los de siempre y de toda la vida: la fabada, el pote, las verdinas y todos los guisos para los amantes de la cuchara. «Mis platos favoritos son los que sé hacer y los que gustan a la gente, ese es el éxito», comenta; aunque también reconoce entre risas que las angulas son su perdición pese a su encarecido precio. Igualmente, comenta que «lo que más feliz me hace es estar cocinando y tener que salir porque los clientes preguntan por mí, me conocen y esto es una casa familiar». Los años le han hecho ganar numerosos premios y reconocimientos del sector de la gastronomía y raro es quien no se refiera a la cocinera desde el respeto y el cariño. Sin pretensiones y sin intención de hacer ruido encontró su sitio en lo que se ha convertido en su casa, pero ya llamaba la atención en fotos como la segunda edición de los Premios de Gastronomía de la Comunidad de Madrid en 2017, donde era la única mujer que posaba con un sector tradicionalmente tan masculinizado.

«Mi marido era asturiano y tenía un bar en la Plaza Castilla. Siempre se dedicó a la hostelería y aquí aprendí y luché cada día por este trabajo». La evolución de Los Asturianos, que abrió en agosto de 1967, se ha basado en la continuidad de sus valores, que no son otros que el producto y la comunidad «Aquí puede venir alguien a comer su menú de 16 euros y también quien quiera un vino de más de mil euros la botella, hay sitio para todos», explica.

Hoy día, el negocio lo sigue llevando «la jefa» (así la llaman sus hijos), sus dos hijos, y empleados contratados ajenos a la familia. Doña Julia confiesa sentirse muy querida, también por sus hijos, y deja claro que «ni pensarlo eso de jubilarse» porque su vida está entre los fogones. Y aunque le costó, ahora nada se le resiente, «salvo la Thermomix, me costó hacerme a ella, pero ahora reconozco que es una maravilla», confiesa.

Doña Julia, chef del restaurante Asturianos. David JarDavid JarFotógrafos

Tras más de medio siglo al frente de la taberna ubicada en el barrio de Chamberí, ha ido perfeccionando una cocina asturiana auténtica y generosa que ha conquistado a generaciones de comensales. Tanto es así que si algo pronuncia con contundencia es que «mi vida empezó y acabará aquí». Hay numerosos platos reconocibles en la cocina de Doña Julia, como las sardinas marinadas en vinagre de sidra, y su aprendizaje se ha basado en la repetición y la constancia, buscando siempre la perfección en cada guiso: «La base de la excelencia es la repetición». Así se lo ha trasladado a sus dos hijos, quienes están mano a mano con ella en el negocio, «ellos son más listos que su madre, gracias a Dios; han estudiado y han crecido aquí, rodeados de lo que es el negocio de un restaurante día tras día. Les he querido inculcar que para que esto funcione hay que mirarlo más allá de un negocio, poniéndole cariño». Sus hijos no dudan en reconocer que «nuestra madre nos ha enseñado lo que significa el compromiso con el trabajo».

A lo largo de los años, Los Asturianos ha recibido numerosos elogios y premios. En 2012, The New York Times destacó el restaurante como «el lugar donde los chefs españoles comen auténtica comida española». Además, en 2019, Doña Julia recibió el Premio de Gastronomía de la Comunidad de Madrid por su contribución a la cocina tradicional. A Madrid le debe mucho, por ser el punto de encuentro de gente que viene de todas partes, pero también por «su carácter tan abierto y jovial».

Un trato de sumiller en una taberna

Los hijos de Doña Julia han querido dar algunos pasos desde el nacimiento del restaurante. «En Estados Unidos empezó la moda de los bares de vinos, pero aquí en Madrid no era lo normal, salvo en Zalacaín», explica uno de sus hijos, Alberto. Además del Valdepeñas o el Montilla, en Asturianos quisieron descubrir zonas menos habituales pero que acompañaban los platos excelente. «Ya manejábamos los guisos, mi madre es experta en ello, ahora aprenderíamos de vinos». En este sentido, lo que Alberto cuenta es que «logramos un trato de sumiller, pero en una taberna». Y ojo, que ya encontramos hasta la fantástica sidra de hielos Malusmama.