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El emotivo destino de una mujer en tiempos de guerra
Desde hoy hasta el 23 de diciembre, Lost Letters, de una eminencia internacional en el mundo de la danza: Lucía Lacarra
Lucía Lacarra (Zumaia, 1975) ha alcanzado la cima del mundo del ballet con su destreza técnica, un don que desde muy pequeña su familia y entorno no tardaron en descubrir. Iniciando su formación en danza clásica en San Sebastián, Lacarra rápidamente destacó y continuó su educación en la prestigiosa Escuela de Ballet de Víctor Ullate en Madrid. Su carrera no hizo más que extenderse, trabajando en distintos países como Francia, Alemania o San Francisco.
Esta semana emprende una nueva aventura profesional al presentar en Teatros del Canal el primer espectáculo de su propia compañía, el Lucía Lacarra Ballet, con coreografía del primer bailarín canadiense Matthew Golding. La Sala Roja acogerá el estreno en la Comunidad de «Lost Letters», una producción sobre las cartas enviadas desde el frente, con cinco funciones entre los días 19 y 23 de diciembre, a las 20.00 horas. La historia no deja indiferente: «En cada conflicto bélico a lo largo de la historia, las cartas manuscritas desde el frente de batalla, y sus respuestas desde el hogar, han servido como vínculo esencial entre los soldados y sus familias. Sin embargo, ¿qué ocurriría si una de esas cartas se extraviara? Nos hemos inspirado en una carta auténtica escrita por el artillero de la Primera Guerra Mundial, Frank Bracey, a su esposa Win, Lost Letters explora la posibilidad de cómo el destino de esta mujer podría haber tomado un rumbo diferente si nunca hubiese recibido la emotiva carta de su esposo», explica la artista.
Una vida por la danza
Iniciando su carrera como bailarina principal en el Ballet de Marseille de Roland Petit, Lacarra cautivó al público con su interpretación magistral del papel de Esmeralda en «Notre Dame de Paris». Durante tres años, deslumbró en siete ballets adicionales de Petit, incluyendo notables actuaciones como Angélique en «Le Guépard» y una emotiva colaboración con Nicolas Le Riche en «Le jeune homme et la mort». En 1997, el Ballet de San Francisco fue testigo de su talento, donde destacó en roles principales de obras clásicas y contemporáneas, culminando con su interpretación estelar como Giselle en la producción de Helgi Tomasson en 1999. El año 2002 marcó un nuevo capítulo en la trayectoria de Lacarra cuando se mudó a Múnich y se unió al Bayerisches Staatsballett como bailarina principal.
Gracias a todos sus pasos en esta disciplina, hoy puede hacer una valoración sobre el papel de la danza, y la cultura en general en Madrid. En su opinión, en la capital, como es de esperar, está el público más afortunado que puede acceder a un sinfín de ofertas. Sin embargo, a diferencia de otros países, la danza no está tan considerada como puede ser en Alemania. «En 30 años poco ha cambiado, pero todo está por llegar», expresa.
En cuanto al perfil del público que consume espectáculos de danza en directo, Lucía dice depender más de los precios que de los gustos. «Grandes actuaciones que pueden suceder en el Teatro Real, por ejemplo, tienen un coste muy elevado que no todos los jóvenes se pueden permitir y, por ello, optan por otra cosa más económica».
Su historia da para escribir un libro, pues se inicia con una niña cuyo sueño tenía el deber de cumplirse. Nunca pasó por las fases de querer ser astronauta o profesora, sino que siempre quiso bailar. Los lares que tuvo que recorrer para conseguirlo la han hecho sentirse orgullosa de quién es hoy, una mujer determinante, con ideas claras, que sabe decir cuándo empieza y acaba una temporada sin quedarse en lo que para ella sería su zona de confort. Y que, sobre todo, las adversidades de separarse de su familia, vivir entre aviones o cruzar el charco muy joven, no han sido un impedimento para perseguir aquello por lo que había nacido. La vida se lo ha agradecido, no solo con suerte, como se suele decir; sino con sacrificio.
Actualmente, diez bailarines componen el Lucía Lacarra Ballet, la compañía fundada por la intérprete guipuzcoana y cuyo proceso de selección tuvo lugar en una audición celebrada en Teatros de Canal de Madrid, el mes de junio. Se trata de una compañía de corte neoclásico-contemporáneo y está encabezada por los primeros bailarines Lucía Lacarra y Matthew Golding. Uno de los objetivos del Lucía Lacarra Ballet es servir de plataforma para el inicio profesional de los jóvenes miembros de su cuerpo de baile.
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