Opinión
La frivolidad de juzgar los asesinatos de Hamás desde un sofá
Algunos columnistas supongo que no han visto nunca jugar a un niño entre los escombros de lo que fue su casa
Leo a algunos columnistas acusar de frívolos a los chavales masacrados por Hamás por bailar en un festival celebrado cerca de una zona en conflicto. Supongo, porque en caso contrario no escribirían semejante despropósito, que no les parece frívolo juzgar a los asesinados desde el confortable sofá de su casa, a miles de kilómetros. A salvo de todo mal, con el aire acondicionado puesto y llamando a su restaurante preferido para que le traigan la cena lista. Orgullosos del trabajo bien hecho.
Supongo también que no han visto nunca jugar a un niño entre los escombros de lo que fue su casa, a una familia bromear mientras ordena las pocas pertenencias que les quedan en el rincón de un refugio, o tararear una canción popular a una anciana que lo ha perdido todo (incluidos sus seres queridos). Les parecería inaceptable, intuyo. Les abroncarían desde lejos a poco que las comunicaciones no se encontrasen interrumpidas, que suelen estarlo. Que están ustedes haciéndolo mal, señores. Que así no es como se comporta uno en una tragedia. Frívolos, superficiales. Imagino que ni siquiera son capaces de atisbar levemente lo extraordinario que puede ser el ser humano en las circunstancias más adversas, cómo tiende a normalizar sus circunstancias en cuanto se alargan lo más mínimo en el tiempo. Puritita supervivencia. Por eso los niños ríen en las guerras, los jóvenes se enamoran, los mayores cantan. Los chavales siguen quedando con los amigos y organizando fiestas. Por eso la vida se desarrolla en esa nueva normalidad de la mejor manera posible, en una cotidianidad que a algunos columnistas, desde sus cómodas salas y su conexión a internet de alta velocidad les parece una frivolidad. Están con quien sufre, por supuesto, con las víctimas siempre. Pero es que algunas no se lo ponen fácil con su superficialidad.
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