Muslo o pechuga

El lujo es el detalle en Bao Li

María exhibe poderes, y aspira con todos los conocimientos a tener el gran chino de la capital. No le faltan triunfos en la mano y en la voluntad para conseguirlo. La belleza de las pequeñas cosas y el triunfo de la sutileza

El lujo es el detalle. Bao Li
El lujo es el detalle. Bao Li Bao Li

Eso que llamamos felicidad, que por lo común es una añagaza dialéctica, habita en las cosas pequeñas. Bien lo saben los orientales, porque el alma de lo trascendente se vislumbra tras el susurro del detalle. María Li Bao, en compañía de su hermano Felipe, es una empresaria china, que ha ganado crédito como tal en un Madrid que ya es suyo. Su tenacidad para expresar aquella cultura y su gastronomía como corolario de ella, salpica varios establecimientos que se adaptan versátiles a gustos y bolsillos. Su profundo y sereno conocimiento se manifiesta en la joya de la corona, a la que ha bautizado con la permuta de sus propios apellidos.

Baoli es mucho más que el restaurante chino de alta escuela con el que se puede describir al mismo. Esta apertura con seis escaso meses de vida, ha llegado para cubrir el hueco de lo grande y esencial. Su riguroso planteamiento, marca de agua de todo lo que propone esa familia, es aquí apuesta de excelencia. No existe un minúsculo argumento que no sea desarrollado de modo ambicioso. Hay evidencias tan raras hoy como un mantel de hilo que solo puede encontrarse en memorias de grandes casas, y la vajilla fascina desde su plato oriental de bienvenida hasta las teteras que sirven de colofón a este escenario de calidades insólitas. La Iluminacion, los materiales nobles, la creación chic de un estilo oriental, invitan a ciertos sosiegos, y a que la prisa no tenga razón de ser.

Efecto lógico es un servicio de sala que bien podría ser el modelo. Ese Jabier Soriano, franco-español de la Champagne, atiende

con tal elegancia que extasía al comensal, mientras seduce platos y hace soñar con esas suaves elaboraciones orientales. La mise en place es un espectáculo en sí misma. Habría que pagar por ver trabajar a este maestro.

Escribir sobre el Pato Pekín merece capítulo propio: esa técnica del laqueo y la jugosa secuencia del magret, no tienen parangón. La composición gracias al puerro fino o el melón, constituye uno de los bocados que nos convierte en emperadores por un rato. Cuentan que su versión cantonesa es bordada para muchos adeptos. A ese plato grande le pueden escoltar unos artesanales fideos de boniato, con fondo ibérico que nos hacen estremecer de placer. O la propia fuente de otros despieces del propio pato de con verduritas salteadas complementan la alegria avicola.

Antes, bien regados con una adecuada propuesta enopática a cargo de Mario Chipantiza, que seguramente vaya a ser ampliada en la misma línea de excelencia, hay una rutilante puesta en escena de un wellington de cerdo ibérico amielado, trampantojo de hilo de seda de wagyu, crujiente de bogavante el que se equilibran la salsa de mango y maracuyá con la corona de caviar, o un bocado temporizado de corvina en compañía de chiles, que consigue un crujido de ese pescado atlántico que parece quejío de cante. Ummm, delicioso xiao long bao de ibérico, foie y trufa.

Mimar los detalles, buscar el sentido de cada partícula que suspende en ese ambiente selecto, desnuda sensaciones rápidas, porque hay compás. Los epílogos están marcados por una atractiva antología de tés, el milhojas cantones, o un lujurioso coulant de avellana.

María exhibe poderes, y aspira con todos los conocimientos a tener el gran chino de la capital. No le faltan triunfos en la mano y en la voluntad para conseguirlo. La belleza de las pequeñas cosas y el triunfo de la sutileza.

Cocina : 9

Sala : 9,5

Bodega: 8

Felicidad: 9

Precio medio : 100 €