Cultura

El músico que resucita lo que sonaba en las "discotecas" madrileñas de principios del XX

Raúl Márquez es director de la Swing Machine Orchestra, con la que ha hecho un estudio acerca de las salas de baile de Madrid más históricas

Raúl Márquez, en el barrio de Lavapiés
Raúl Márquez, en el barrio de LavapiésJesús G. Feria

«Madrid acoge y te presta toda la ciudad para que hagas lo que quieras, para que experimentes, para que crees. Es una ciudad soporte en ese sentido». Esta oda a la capital la hace Raúl Márquez, violinista y director de Swing Machine Orchestra. Le encontramos en el barrio de Lavapiés, donde, reconoce, «han cambiado muchas cosas», aunque sigue teniendo ese «je ne sais quoi» que lo hace tan diferente, multicultural pero a la vez cercano. Toca el violín, aunque también ha tenido una estrecha relación con el flamenco, trabajando con artistas de la talla de Sara Baras o Joaquín Cortés. También ha hecho sus incursiones en el teatro mortal, en las que sale a hacer conciertos en la calle. Recuerda, de hecho, con especial cariño aquella vez que, en plena Filomena, salió a tocar para los vecinos, o cuando organizaron un cabaret flotante en el lago de la Casa de Campo, sobre barcas. «Un día llegas y, sin decir nada, pones a 300 músicos a tocar y consigues hacer una jam session improvisada», dice, «que no te echen de la ciudad es algo que solo pasa aquí», bromea.

Es, en definitiva, una búsqueda por una música que se acerque al público, que «haga vibrar». «Una cosa es la música trascendental y otra hacer bailar a la gente», asegura. Así, explica, se ha ido acercando a la historia de Madrid y de sus salas de baile. «Hemos hecho un estudio sobre esa época en la que no había discos y en la que la gente bailaba sin parar la música que llevaban las orquestas a las salas de baile». Y, todo ello, aderezado con el contacto continuo con la gente, le ha llevado a acabar tocando swing.

«Swing Machine Orchestra es un proyecto de amigos y compañeros que nos hemos elegido para trabajar juntos, aunque sea complicado porque somos 15 personas sobre un escenario, y esto siempre es difícil de montar», explica. «Juntos hemos investigado en aquella época que comprende las primeras décadas del siglo XX, en la que Madrid estaba plagado de cafés teatro, creados para bailar», continúa. Estos cafés, dice, «eran como las discotecas de ahora pero con música en vivo». Aunque, en realidad, por lo que parece eran sitios mucho más espectaculares. «Había locales tan impresionantes como el Casablanca, que se situaba donde ahora se encuentra el Ministerio de Cultura», apunta. «Era tan impresionante que se abría el techo en verano, y se podía bailar bajo las estrellas. Además, estaba lleno de jaulas con pájaros, plantas, y tenía un escenario giratorio en el que las orquestas no paraban de tocar».

Unas décadas mas tarde llegaría el Florida Park, que en los años 60 fue mítico. Estaba también el club La Parisina, en Moncloa, al que acudían artistas y escritores. «Al ver esto nos entra un poco de romanticismo, aunque en este momento esto no esté muy de moda. Pero esa época era tan alegre o más que esta. Era más personal. La gente no necesitaba hablar para quedar, sino simplemente ir a estos sitios porque ya sabían que iba a haber fiesta, que iban a estar toda la noche bailando», asegura. Fue, en definitiva, «una época dorada en la que Madrid iba creciendo pero aderezada con la cultura popular, con los bailes, con los merenderos que había en el Manzanares…».

Con la orquesta se han propuesto homenajear esa época y recuperar los temas que se tocaban entonces. «Eran una mezcla de fandango, jazz, boleros, fox trot… cosas que venían de fuera y que se mezclaban con lo que sonaba aquí, de tal manera que los músicos podián reinventarse», dice, y asegura que «un fandango con jazz es divertidísimo, y nos estamos pensando que la música que se hace ahora, que recoge distintos estilos, es algo novedoso, y no es así». «A la gente le gusta mucho esta iniciativa porque creo que en este momento se echan de menos las canciones», explica. «Está bien que los artistas vayan sin músicos en directo, o que la música sea para bailar y que se integre la tecnología, pero tiene que haber canciones detrás, canciones buenas, como un bolero que puedas tararear», asegura. «Son canciones de nuestros abuelos, como Piel Canela, de Antonio Machín, o como Suspiros de España, que es un pasodoble que hemos oído muchísimas veces pero que es un temazo. Por eso a la gente le gusta revivirlas y escucharlas de forma diferente».

El 29 de marzo en el Price

La Swing Machine Orchestra llega este 29 de marzo al Teatro Circo Price para presentar su nuevo trabajo, «Melodías prohibidas». Se trata del segundo disco de una banda que aglutina ya siete años de vida y que debutó en los escenarios con «Paseando el Swing», en el cual hacían un homenaje a las grandes orquestas norteamericanas de las décadas de 1930 y 1940. Con «Melodías Prohibidas», sin embargo, se adentran en la música española de esta época, en un proyecto en el que buscan poner en valor la música de nuestro país, que en aquel momento reinterpretaban los grandes éxitos americanos. Eso si, adaptándolos para evitar la censura.