Crítica

Visitamos el restaurante de Chamartín al que van los que aman comer fuera y esta es nuestra valoración

El montadito de pringá, los callos, el arroz de lata, son pasaporte para estos tiempos de mucha turbulencia

Guillermo Salazar dirige los fogones de esta casa
Guillermo Salazar dirige los fogones de esta casaLa RazónLa Razón

Sostiene Rodrigo Varona, una de las mentes más preclaras de la gastronomía nacional, que hay que embridar a los cocineros para que su talento no se enturbie por la gestión. Y dando muchos tumbos, a veces buscando las novedades capitalinas sin ton ni son, reconforta sentarse con el propio Rodrigo a comer en Casa Orellana Chamartín. En esa zona de nadie que hay al final de la calle Serrano y que aglutina público burgués, y busca lugares de confort para los estómagos incluso para los estados de ánimo, hay una casa de comidas que tiene todas las herramientas de felicidad. Donde un cocinero está libre y chisposo. El grupo El Escondite lleva las riendas del negocio, y deja que los fuegos solo tengan como ley el punto.

Dónde Plaza de la República del Ecuador, 2, Madrid. Teléfono 917 37 37 36. Precio medio 35 euros. casaorellana.com

Guillermo Salazar, de estirpe sevillana y bilbaína, reconoce el rumor del producto de la casa, para los almuerzos o cenas capitalinas tan versátiles. Sostiene Rodrigo Varona que ahora es momento de buscar sitios sin aspavientos y que podamos repetir uno y otro día. Y en su caso no es una declaración de intenciones sino una realidad constatada.

En Casa Orellana podríamos deslizarnos y aquerenciarnos cada día por lo que nos apetezca. Vengamos azotados, ligados, negociados, incluso solitarios o soliviantados. Sostiene Rodrigo Varona que con frecuencia nos olvidamos de lo que significa comer cada día, y no meternos en el carrusel de la mal llamada experiencia gastro. Sostiene Rodrigo Varona que el montadito de pringá, los callos, el arroz de lata, son pasaporte para estos tiempos de mucha turbulencia. Y tiene razón.

La gastronomía del futuro

En Casa Orellana Chamartín hay además mucho y buen vino por copa. Hay una alianza secreta con los amigos de Cuenllas, que invita a lujos, pero también a ese equilibrio raro de buscar las novedades jerezanas, riojanas o donde toque. Sostiene Rodrigo Varona que el servicio es discreto, eficaz y algo que no se escribe, y solo se sabe para los que aman estar como fuera casa en ningún sitio. Sostiene Rodrigo Varona que la gastronomía del futuro será algo parecido a esta casa. Y otra vez tiene razón. La dignidad de una casa de comidas.

Valoración de LA RAZÓN

Cocina: 7,5

Bodega: 7,5

Sala: 7,5

Felicidad: 7,5