Sucesos

¿Qué va a pasar ahora con los ocho hermanos de Colmenar Viejo que vivían hacinados en una habitación?

Después de la detención de los padres, los menores pasaron a formar parte del sistema de protección madrileño

Vista de la vivienda de Colmenar Viejo donde supuestamente sucedieron los hechos
Vista de la vivienda del número 48 de la calle Clara Campoamor en Colmenar Viejo, en el que la pareja de esta localidad madrileña fue detenida por el presunto maltrato de sus ocho hijos menores de edad, que eran "castigados físicamente, y estaban malnutridos" y confinados en una habitación, y que han quedado en libertad bajo medidas cautelares, han indicado a EFE fuentes de la Guardia Civil. A los padres, un médico de 45 años y una mujer de 44, se les ha retirado cautelarmente la patria potestad de los menores, de los que tienen una orden de alejamiento y que han quedado ingresados en un centro de primera acogida de la Comunidad de Madrid.VICTOR LERENAAgencia EFE

«No hay que perder de vista que, aunque estos casos son muy llamativos, cada día entran niños en el sistema de protección, procedentes de situaciones igualmente difíciles de riesgo o desamparo». Así lo recuerdan a LA RAZÓN desde Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid al ser cuestionados por lo que ocurrirá, a partir de este momento, con los ocho hermanos de Colmenar Viejo cuyos padres fueron detenidos tras encontrar la Guardia Civil a los menores hacinados en una habitación, con signos de maltrato y malnutrición. Asimismo, desde el Gobierno regional subrayan que es necesario no caer en el cliché de que los niños que entran en el sistema proceden siempre de familias desestructuradas o con problemas de drogadicción, ya que situaciones como esta «demuestran que ningún modelo de familia está exento de que puedan producirse malos tratos».

Después de ser encontrados por la Guardia Civil, la justicia impuso a los padres una orden de alejamiento hacia sus hijos, y los ocho hermanos de Colmenar Viejo pasaron a formar parte del 40% de menores tutelados –de los cerca de 3.700 que están en esta situación en la Comunidad de Madrid– que están en acogimiento residencial, es decir, residiendo en uno de los 98 centros de menores que existen en la región. «El otro 60% se encuentran con familias de acogida, dentro de los distintos programas que existen», apuntan. Sin embargo, el caso de estos hermanos es complejo, no solo por lo sucedido sino porque, aunque tal como señalan desde el Gobierno regional, «el acogimiento familiar es lo más deseable», no es sencillo encontrar familias que estén dispuestas o tengan los medios necesarios para acoger a ocho menores.

Precisamente esta semana, Aldeas Infantiles, entidad que lleva más de 50 años trabajando en nuestro país con niños en situaciones de vulnerabilidad y en necesidad de amparo, ha puesto en marcha una campaña para concienciar de la importancia de no separar a los hermanos que se encuentran en situaciones como esta y que pasan a formar parte de los sistemas de protección. Laura Prados, portavoz de la organización, subraya que estos niños, «cuando se encuentran en situaciones tan adversas y de estrés tan prolongado como es lo que desencadena la separación de tu núcleo familiar, son niños que han perdido el cuidado de sus padres, que ya de por sí es un trauma bastante fuerte, por lo que para ellos es mucho más sano emocionalmente mantener esa vinculación con los hermanos». Además, Prados recuerda que esto «está recogido en la legislación internacional y española, en la que se subraya que el principio de no separación de hermanos debería prevalecer», aunque «en muchas ocasiones esto no se cumple, ya sea por falta de recursos o porque no hay familias acogedoras con capacidad para recibir a grupos de hermanos, sobre todo cuando son amplios».

«Cada caso es un mundo, pero hemos tenido grupos de hermanos que nos cuentan que el haber permanecido juntos les ha ayudado tanto a sanar esas heridas como a no perder esa narrativa vital», continúa Prados. Y, en los casos en los que esto no se pueda mantener esta unión en la misma residencia, y que unos hermanos estén en familias de acogida y otros en centros residenciales, desde Aldeas Infantiles reclaman «que los profesionales que están a cargo de estos niños se encarguen de que el contacto no se pierda, que tengan visitas regulares. Que el vínculo, en definitiva, pueda seguir desarrollándose para que, el día de mañana, sean capaces de mantener esa narrativa vital.

Por este motivo, y como es el caso de los ocho hermanos de Colmenar Viejo, Prados pide «no estigmatizar» los centros residenciales. «Es cierto que donde mejor están los niños, en la mayoría de los casos, es con una familia, pero esto hace que tendamos a estigmatizar los centros, donde, en realidad, hay profesionales muy cualificados que se preocupan y establecen vínculos con los menores de una forma muy positiva para ellos», subraya. Y es que, según el caso, «a veces es mejor que el niño o la niña esté en el centro, como es este caso, con sus hermanos. Lo que debemos hacer es trabajar cada vez más para que tengan más calidad y la atención pueda ser cada vez más individualizada».

Romper el círculo de negligencia

Después de una situación traumática, es vital, tal como subrayan desde Aldeas Infantiles, ofrecer un acompañamiento psicológico a los menores para que «puedan ir superando e integrando a través lo que les ha sucedido, adaptándose a su nueva realidad e ir cerrando heridas». Lo que han podido comprobar, dicen, a través de la experiencia, «es que, si realmente inviertes en la infancia y acompañas a estos niños para que superen lo que han vivido, es posible romper ese círculo de negligencia que han sufrido, y que el día de mañana tengan sus propias familias, integradas y con niños felices». Por ello, resulta vital «que nos unamos para que niños que han pasado por situaciones así puedan tener las herramientas emocionales para superar lo que han vivido».