Opinión
Quiero ser de izquierda
Yo de mayor me pido ser de izquierdas porque debe ser un alivio poder gritar, enfurruñada, que las herencias son la mayor fuente de desigualdad social mientras heredas
Roberto Sotomayor le va a quitar a Ana Rosa Quintana una medalla en cuanto llegue al Ayuntamiento. Lo anuncia a gritos, claro, entre predicador y camorrista, que es como anuncia sus medidas estrella la cáfila amoratada (ya ni morada) de la superioridad moral y la representación del pueblo. Podemos anda ya como pollo sin cabeza, y su programa oscila entre el señalamiento del ciudadano anónimo en camisetas, entre el reivindicar el derecho a tomar cervezas de las madres con hijos y la retirada de medallas a quien no les ríe las gracias. Asuntos todos de vital importancia para el común del votante, que lo de la educación, la sanidad, la justicia, la vivienda o el empleo se la trae al pairo. Si algo nos queda claro es que para ser de izquierdas hay que tener mucha pasta, la vida solucionada, o no se puede estar a lo importante porque se está a lo urgente. Al llenar la nevera en lugar de al lenguaje inclusivo, al pagar facturas en vez de a abroncar señoras, al que a los hijos no les falte de nada en lugar de a dejarlos donde sea para irse a por cervezas… Yo de mayor me pido ser de izquierdas porque debe ser un alivio poder gritar, enfurruñada, que las herencias son la mayor fuente de desigualdad social mientras heredas. Yo una vez heredé y me dio para un jamón (normal, ni siquiera ibérico) y medio portátil. Luego, en la renta, me salió a pagar. Hay que ser muy de izquierdas (o sea, tener muy pocos problemas reales) para no morirte de vergüenza mientas anuncias en campaña que llenarás los parques de monitores de fitness. Yo, la verdad, es que, visto lo visto, estoy dispuesta a darles mi voto si me prometen no dar más la turra. Si no es por educación, que sea por decoro.