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Cabalgata
Reyes Magos: así ha sido la noche más mágica (y perfecta) de Madrid
Con un recuerdo especial a los mayores, Sus Majestades llegaron a las 20:30 al Palacio de Cibeles. "Escuchad a vuestros abuelos y abuelas y sentíos afortunados por tenerlos cerca"
Ahora sí. Los auténticos, los de verdad, los que se esperan con ilusión a lo largo de 364 días y sus correspondientes noches. La lluvia amagó con aguar la fiesta tímidamente. Por no hablar, porque hoy no toca –ya se hará en los próximos días–, del incidente en Chamartín con el «falso Baltasar». El tiempo fue tan frío como se había pronosticado, por debajo de los diez grados. Y sin embargo, pocos se quejaron del frío. La temperatura subió gracias a ese cuarto de millón de espectadores que acompañó a la comitiva real durante el ya tradicional recorrido que discurre entre la plaza de San Juan de la Cruz y el Palacio de Cibeles. A ese público, hay que sumar las 1.500 personas entre pajes reales, voluntarios y bailarines, que acompañaron a Sus Majestades. Y no menos importantes, los 1.300 efectivos de la Policía Nacional y de la Policía Municipal, además de los 250 trabajadores de Samur-Protección Civil, que velaron porque todo saliera bien. Lo mejor que se puede decir siempre de ellos es que su presencia pasó inadvertida a los niños y niñas, pendientes, además del desfile, de esos 1.200 kilos de caramelos que fueron lanzados desde las carrozas.
No solo los niños fueron protagonistas. En esta ocasión, los Reyes Magos tuvieron muy presentes a aquellos que dejaron de serlo hace ya mucho tiempo, pero que aún conservan esa chispa de ilusión de la infancia: los mayores. Así, la comitiva estuvo encabezada por la carroza de los «Mayores por Madrid», de la Dirección General de Mayores y Prevención de la Soledad no Deseada. Un honor que comenzó bajo el brillo de la estrella de Belén.
Antes del momento más esperado, en torno a las 18:30 horas, miles de artistas y voluntarios pusieron música y luz en la plaza del Doctor Marañón, la glorieta de Emilio Castelar, la plaza de Colón, el paseo de Recoletos y, finalmente, la plaza de Cibeles. Marionetas de cinco metros de altura; las cuarenta gaitas y tambores de la Banda de Gaitas Lume de Biqueira; los once jinetes del Escuadrón de Caballería de la Policía Municipal de Madrid...
Acapararon muchas miradas las tres aves gigantes articuladas de la Compañía Scnik Móvil. Y también el muñeco de hojalata, el león de peluche, el saltamontes, la muñeca de trapo y el pequeño ejército de soldaditos de plomo que surgieron de una enorme caja de regalo. Sin embargo, ya sabemos quienes eran los cabezas de cartel: Baltasar, acompañado por siete jirafas rojas y un elefante; Melchor, en un carruaje teñido de oro, escoltado por diez caballos llenos de luz, así como por un total de 180 pajes reales; y, por supuesto, Gaspar, procedente de la lejana Asia, acompañado por de un camello articulado, y bajo una esfera armilar en la que el rey científico estudia los astros. No es una noche para hacer concursos de popularidad, y menos entre magos... pero, una vez más, el nombre de Gaspar fue el más aclamado. Fieles a la tradición, Sus Majestades llevaban consigo el oro, incienso y mirra con los que cada año obsequian al Niño Jesús.
Poco antes de las 20:30 horas, la comitiva hizo su entrada en la plaza de Cibeles. Allí les esperaba el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. Pero todavía había que esperar. Los Reyes también se merecen su regalo y fueron obsequiados en la plaza con un espectacular baile coronado por la estrella de Oriente.
«Majestades, bienvenidos a Madrid, que, desde hace siglos, os recibe con los brazos abiertos. Sólo os pido lo de todos los años: los niños de Madrid se han portado muy bien y merecen que los Reyes les hagan una visita. Pero también le digo a los niños: los Reyes han hecho un viaje muy largo. Hay que dejarles algo también esta noche para que tomen fuerzas y puedan regresar», les dijo el regidor.
Y a las 21:00, se hizo el silencio. Los Reyes, acompañados por el alcalde, tomaron la palabra. El primero fue Melchor. «Hemos encontrado la ciudad muy bonita, y a la gente tan cariñosa como siempre», comenzó. «Queridos niños, queridas niñas: sé que lleváis mucho tiempo pensando en esta noche, que es para vosotros la más mágica del año. Hemos leído todas vuestras cartas y esperamos traeros todo lo que nos habéis pedido. Haremos un viaje muy largo por todos los rincones de España. Y lo haremos con nuestra magia. Cuando desenvolváis vuestros regalos, acordaros de que hemos trabajado muy duramente. Quiero dirigirme a los padres y a las madres que vivís la emoción de vuestros hijos. Sé que vais a estar toda la mañana leyendo instrucciones y montando juguetes. Sé que os sentís como niños también. Gracias por cuidarlos y protegerlos y mantener viva la ilusión. Sois nuestros cómplices en esta noche inolvidable».
El más veterano de los reyes recordó que, hace muchos años, «cuando nos enteramos de que el Niño Jesús nació en Belén, emprendimos un viaje muy largo, en una época en la que no había GPS ni nada. A nosotros nos guio la estrella de Belén, la misma que hoy brilla en el cielo. Recuerdo cuando le vimos en el portal, con sus padres, pasando frío. Era un niño pobre. Queremos que recordéis durante un minuto a esos niños del mundo menos afortunados que vosotros». Justo a continuación, Gaspar tomó la palabra: «Son días para compartir muchas cosas y para recordar que ningún regalo es más importante que el amor que nos damos los unos a los otros. Son días para recibir, pero sobre todo para compartir. Os voy a pedir que tengáis muy presentes a los más mayores, a vuestros abuelos y abuelas, escuchad lo que os dicen y sentíos afortunados por tenerlos cerca. Debemos tratarlos con cariño y con respeto. Cuidad de ellos, como ellos han cuidado de vosotros. Y decidles que les queréis mucho. Ese será vuestro regalo».
Por último, Baltasar también quiso lanzar un consejo a los pequeños. «Las cosas más importantes son las más bonitas si las celebramos todos juntos. Os pido que recordéis esta noche durante todo el año. Cada uno de vosotros es capaz de mejorar un poco su pequeño mundo. Sed amables, respetuosos y generosos con los que compartís vuestro día a día. Dad las gracias, pedid disculpas cuando os equivocáis, decidle a vuestra familia que la queréis. Y sonreíd, porque eso es capaz de hacer magia. Y nosotros, de magia, sabemos mucho».
Estaba todo dicho. Los fuegos artificiales iluminaron el cielo de Madrid, como cada 5 de enero. Con un «manos a la obra», Melchor se despidió de todos los presentes. La noche más larga del año para los niños es la más corta para Sus Majestades. Todo es cuestión de perspectiva. De lo que no cabe duda, es de se trata de la noche más perfecta.
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