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Medio Ambiente

Sebastián Álvaro, periodista y alpinista: «Aunque los humanos cada vez viajamos más, faltan aventureros»

Sebastián Alvaro, durante la presentación del libro "Momentos estelares de Al filo de lo Imposible".
Sebastián Alvaro, durante la presentación del libro "Momentos estelares de Al filo de lo Imposible".ACEROAgencia EFE

Sebastián Álvaro (Madrid, 1950) creó el histórico programa de televisión «Al filo de lo Imposible» y lo dirigió durante 26 años. Con él al timón, entre 1981 y 2009, el formato se convirtió en un referente del género documental de aventuras en España y en un fenómeno único a nivel mundial.El periodista, escritor y alpinista ha sido también durante más de 30 años el mayor jefe de expediciones de aventuras del país, al frente de un equipo formado por técnicos y especialistas capaces de acometer y filmar los más arriesgado s retos: desde la ascensión de los catorce ocho miles hasta travesía sal Polo Norte y al Polo Sur, la cordillera de los Andes o el desierto del Taklamakán.

¿Qué atrae de las montañas?

Las montañas son el último lugar sin habitar del planeta, ajeno a la domesticación del ser humano. Es un mundo duro, cruel, donde se siente frío, donde te sientes vulnerables. Hay veces que los humanos perdemos de vista lo que somos pero, cuando estás de pie en el pico de una montaña, eres lo que eres realmente. Las montañas nos miden como persona. Y también te ponen aprueba: su mera existencia crea una especie de reto. El K 2 te puede borrar de un plumazo. La montaña es, en el fondo, una metáfora de la vida: te enseña el coste del esfuerzo y del sacrificio.

Recuerdas un momento en el que peligrara tu vida?

Varios, en realidad. De hecho, en la primera expedición que hice, hace ya 40 años, me caí a una grieta en el Karakórum( Asia ). Me quedé colgando por una cuerda… Si se hubiera cortado, ahora mismo no estaríamos hablando.

La montaña te da y te quita...

Te lo puede quitar todo. Los peores momentos de mi vida fueron cuando tuve que devolver a las viudas de dos compañeros sus petates porque se habían quedado en la montaña: AtxoApellániz, que falleció en el K 2, en 1994, y Xabi Iturriaga, que murió en el año 2003 en Guadalupe (Caribe). Fueron dos accidentes imprevisibles: todos íbamos y vamos siempre muy bien preparados. Pero, sin que lo hayas elegido, te ves envuelto en medio de eso: un compañero muerto a tus pies, con quien hace cinco minutos estabas hablando. hablando. Y te das cuenta de que el único fracaso de vivir una aventura es no volver a casa.

¿Dónde están los límites de la prudencia?

La diferencia entre la imprudencia y la audacia es tan fina que, en realidad, la única diferencia es volver a casa con vida o no.

¿Qué te animó a seguir?

Me pregunté si merecía la pena meter tanto esfuerzo y ver morir amigos tuyos. Pero decidí tirar adelante. Se nos mide por nuestra capacidad de superación de la adversidad: frente a todo y frente a todos, si es necesario. También pienso en la utilidad de lo que hacíamos, y pienso que ha servido para mucho: no solamente para crear un nuevo espacio de aventura y de respeto con la naturaleza; al mismo tiempo, «Al filo de lo imposible» propició una cultura del esfuerzo y de valores (valentía, lealtad, vencer el miedo, enfrentar la adversidad) y, además, terminó convirtiéndose en el mayor impulsor del género de expedición de aventuras que ha habido en España, probablemente. Ha acabado siendo, aún a día de hoy, un archivo enorme de imágenes imágenes nunca vistas y disponibles para todo el mundo, de forma pública, en la web de TVE.

¿Por qué correr aventuras?

Lo que deberían preguntarse los otros es por qué no salen de casa [ ríe ]. Decía Rudyard Kipling que hay dos clases de personas en el mundo: las que salen a viajar y las que se quedan en casa a ver pasar la vida a través de la ventana Aunque los humanos cada vez viajamos más, faltan aventureros. Cada cual puede elegir; yo creo que merece la pena vivir la vida con aventura. La aventura nos aporta el conocimiento de que somos animales finitos, mortales, débiles y, sin embargo, nos enseña que podemos hacer mucho más de lo que imaginamos.