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Medio Ambiente

España ante uno de los años hidrológicos más secos del siglo

Ciudades como Madrid o Valladolid no ven la lluvia desde hace casi 40 días y la situación de los embalses está 16 puntos por debajo de la media de la última década. Ante este panorama y unas previsiones poco halagüeñas para primavera, cada vez más cuencas activan sus planes de alerta e inician restricciones que garanticen el consumo humano

El pantano de La Baells, que se encuentra al 56% de su capacidad, en el Berguedà, Barcelona
El pantano de La Baells, que se encuentra al 56% de su capacidad, en el Berguedà, BarcelonaLorena SopênaEuropa Press

Hasta 40 días sin nada de lluvia. Enero de 2022 ha resultado extraordinariamente seco en toda la Península y las primeras semanas de febrero no han supuesto ninguna novedad. Algunas ciudades como Madrid o Valladolid acumulan más de un mes seguido sin que caiga ni una sola gota de agua del cielo. El tiempo anticiclónico supone que estemos ante «uno de los 10 primeros tercios de año hidrológico más secos desde que hay registros, y uno de los cinco más secos en lo que va de siglo», Explica Mar Gómez, doctora en Físicas y Meteoróloga de eltiempo.es.

A día de hoy, la mitad del campo español está en alerta por sequía y «puede llegar al 80% si no llueve en febrero. Las zonas más afectadas son, de momento, Andalucía, el sur de Extremadura y Castilla-La Mancha, así como varias comarcas de Murcia, Lérida y Gerona. Por sectores productivos, los más afectados son el cereal, el olivar, el viñedo y los almendros de secano, así como los pastos para la ganadería extensiva y la apicultura», explica en un comunicado la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). La organización especifica además, que si en 15 o 20 días no llueve, en las principales zonas cerealistas de Castilla León y Aragón se empezará a hablar de pérdidas económicas.

La situación de escasez de precipitaciones de este invierno se suma a un otoño que tampoco ha sido generoso en lluvia. De hecho, este año hidrológico, que empezó el 1 de octubre y llegará al 30 de septiembre (época en la que se concentra hasta un 75% de las precipitaciones anuales), se contabiliza un -35 % de aportación de agua. El último trimestre de 2021 empeoró con relación al mismo periodo de 2020 en un 25% menos de agua caída en octubre, un 29 % menos en noviembre y otro 25 % menos también en diciembre.

Aunque la situación viene de lejos, la alarma ha saltado estos últimos días por la situación del agua embalsada. Los últimos datos que publicaba el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico esta semana afirman que la reserva hídrica española se encuentra al 44,6% de su capacidad total y bajando. Hay 25.042 hectómetros cúbicos de agua almacenada, 9.000 menos que la media de los últimos 10 años, cuando la suma de todas las cuencas era, de media, 34.123 hm3. Es decir, hasta 16 puntos más baja que la media de la última década. De hecho, «en los siete anteriores ha disminuido en 88 hectómetros cúbicos», observa Gómez.

La situación no es igual de grave en todas las cuencas. En la del Guadalquivir se declaró la situación de sequía extraordinaria ya el pasado noviembre para el 80% del territorio. En ese momento las reservas de agua estaban al 22,6%. «Las lluvias de este año hidrológico son un 42% inferiores a la media de 25 años. Enero ha agravado la sequía que se arrastra desde hace cuatro años», relata Canal Sur en una crónica. En esta zona el abastecimiento para la población (el último en cortarse) está garantizado durante dos años, pero las dotaciones de agua para la agricultura están sufriendo restricciones desde hace meses. También el Alt Emportdá en Gerona está en alerta de sequía desde octubre y en Galicia esta misma semana se declaraba el estado de prealerta y se convocaba a la Oficina Técnica de Sequía de la Xunta para hacer seguimiento de la situación.

La Niña

España no es el único país de Europa que está afectado por este tiempo anticiclónico. Estos días se reunían informalmente el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, y los ministros de agricultura español Luis Planas y la portuguesa Maria do Céu Antunes en Bruselas. La reunión, cuenta la agencia Efe, versó sobre el impacto de la inusual sequía invernal en la agricultura y qué tipo de fondos se pueden movilizar para apoyar al sector. «El pasado 1 de febrero, el Gobierno de Portugal anunció la restricción de uso de varias presas utilizadas para la producción de electricidad y de uso agrícola a causa de la sequía continental... Existe una probabilidad del 80 % de que 2022 sea un año seco», dice la agencia.

Y es que todo parece apuntar a que el fenómeno de la Niña podría estar detrás de la falta de borrascas. «Cuando se produce este fenómeno de La Niña, en Europa suelen haber años muy secos. Será determinante lo que suceda en marzo y abril para revertir o mitigar un poco la situación, pero para que esto suceda tendría que llover el doble de la media durante esos dos meses. Si esto no sucede, en mayo o junio tendremos problemas», explica Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

Sin embargo, según las últimas previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no parece que la situación vaya a mejorar. En los próximos tres meses, dice al organismo, hay un 50 % de posibilidades de que las precipitaciones estén por debajo de la media y solo un 20 % de que estén por encima.

Delante de estos eventos, es fácil preguntarse: ¿estamos ante una de las caras del cambio climático? «El inicio de febrero de 2022 es el más cálido desde 1990 en algunas zonas. No sería preocupante si se tratase de un evento aislado, pero en los últimos años estas temperaturas tan elevadas se han dado en varias ocasiones. A pesar de que la estación que más se está viendo y se verá afectada por el cambio climático será el verano, el invierno podría aumentar su número de días cálidos Así, se espera que los inviernos sean más suaves y que la temperatura media sea más elevada. Para 2050 con el suavizado de las temperaturas, las mínimas extremas en invierno serían frías, pero menos que en la actualidad. En cuanto a las precipitaciones no está tan claro como en la temperatura, pero la tendencia si sería a disminuir ligeramente durante el invierno así que, aunque no tengamos un estudio de atribución si que podemos decir que lo que estamos viviendo podría ser una advertencia de lo que nos podría esperar», afirma Gómez. Olcina matiza que con el cambio climático lo que estamos viendo es que «se producen sequías más cortas (a diferencia de aquellas tan duraderas de los años 80 , que se alargaban hasta tres años), pero mucho más intensas. Los patrones de circulación atmosférica cambian de forma brusca, por eso, en el otro lado tenemos otros fenómenos extremos como las Danas».

Sin embargo, desde la Fundación Nueva Cultura del Agua, la directora técnica Julia Martínez añade otro componente a la escasez hídrica que sufre España: «Hay que adaptarse al cambio climático. Desde los 80 hemos visto una reducción de entre un 15 y 20% de la aportación de agua en cuencas hidrográficas como las del Guadalquivir, el Segura y el Tajo, pero cuando hablamos de la situación de los embalses estamos tratando más de los usos. Las demandas se están disparando y no dependen de si llueve más o menos. A día de hoy la principal amenaza de la falta de recurso es el regadío. En España 85 de cada 100 litros se utilizan para regar en cuencas como la del Guadalquivir. Con el resto hay que cubrir el consumo humano y otras necesidades como el mantenimiento de los caudales ecológicos. Calculamos que hay unos cuatro millones de hectáreas de regadío, cuando lo sostenible en España sería como mucho tres. Por eso los acuíferos están sobreexplotados, como en el Mar Menor».

Medidas preventivas para un verano sin agua

Algunas de las cuencas ya están tomando medidas para afrontar la escasez de lluvias. Los indicadores que señalan los diferentes situaciones frente al recurso hídrico van desde los niveles de prealerta a los de emergencia y suponen restricciones, por ejemplo en las dotaciones de agua para los cultivos. En cualquier caso, ya no hay duda de que hay que actuar.

Desde la Fundación Nueva Cultura del Agua creen que lo primero que hay que hacer es reducir la demanda de este precioso líquido. «Lo primero es acabar con los regadíos ilegales. Solo en la Comarca del Campo de Cartagena hay unas otra 1.400 hectáreas ilegales. Lo segundo es dejar de aumentar la superficie de regadío», dice Julia Martínez. Además, «hay que empezar a no derrochar agua, adecuando los cultivos a especies que necesiten el mínimo de agua y el sistema de riego. También se debe evitar las fugas o pérdida de agua de los canales de distribución y en casa utilizar ahorradores de agua en todos los grifos y las duchas», dice la doctora en Física Mar Gómez y meteoróloga de eltiempo.es.