Opinión

Que no cobren

Cobran cada mes aunque a veces se echan en cara unos que si poco y otros que si mucho: acuérdense de la propuesta de Pedro Sánchez con la que ya los pensionistas duermen tranquilos: subirse el sueldo sólo el 0,25%. Este hombre debería irse al FMI, a la OCDE, a alguno de esos organismos que un día exigen una cosa y a la vez la contraria.

Esta Legislatura pasará a la Historia como los meses en que los diputados se hicieron estrellas de la televisión y no hicieron nada de provecho en lo suyo, que para la tele ya están los profesionales de la cosa. Bueno, crear infinidad de comisiones, que son como la excusa perfecta para ingresar la nómina, la carta del padre a los maestros cuando el niño se pone malo. La filosofía de las comisiones es como la de Homer Simpsons cuando se pone a los mandos de la central nuclear. Tratan con total desparpajo asuntos graves con la mayor de las ignorancias mientras se comen una rosquilla. El PSOE se levantó del pacto educativo para tener una razón con la que movilizar a los estudiantes, fuego y furia con sólo leer las solapas de los libros, ese resumen tan vibrante que tantas veces nos invita a llegar hasta la página diez que es por dónde ya se pierde el encanto. Ayer, sin ir más lejos, Ciudadanos, los chicos del tiempo, primero sequía, luego demasiada agua, después será un tórrido verano, se levantaron de la comisión territorial, esa que iba a arreglar los problemas de España, porque todo el mundo sabe, de Algeciras a Estambul, que la herida de España es la frontera de sí misma, por el veto del PSOE a Bono y Guerra. Que ya les vale también a los socialistas. Esta era la comisión de las comisiones, la del Estado plurinacional, la nación federal, Andalucía histórica, el cantón de Cartagena y los duros antiguos.

Pensar que lo único digno de mención sucedido en un parlamento sea la sesión «fashion» de Inés Arrimadas, como lideresa del partido de los guapos, es realmente brillante, apoteósico. Demuestra que podemos vivir sin ellos, que en realidad son un «atrezzo», que lo mismo valen para una barricada que para un posado de supermodelo. Las ministras «Vogue» al menos esperaron a entrar en Moncloa para hacerse la foto. Pero ahora, entre comisión y comisión, los pasos perdidos se encuentran con los tiempos muertos y las fiestuquis que se montan en las calles. Jóvenes, mayores, todos están invitados al bazar de las mentiras, al colmo del postureo.