Cargando...

Opinión

Ser el primero

Suscribo decididamente la frase que el novelista Stefan Zweig se dejó decir cuando ya era bastante mayor y andaba algo decepcionado de las tribus humanas. Zweig afirmó: «Detesto la egolatría de los pueblos». Es una sentencia que hoy sigue más vigente que nunca, debido a esos eslóganes botarates que tanto Trump como Putin, con una afición estúpida propia de dementes, diseminan por el mundo. Estoy hablando de esos lemas y estribillos simplones del tipo de «America, first».

Con ellos, quieren convencer al votante de que cuidarán a la gente que administran, pero podrían encontrar otra manera menos primaria y más dialéctica de convencerles y explicarnos a todos cómo van a hacer tal cosa. Porque si la única manera de defender sus intereses va a ser que América primero, que Rusia primero o que Cataluña primero, lo cierto será que, en el primer escalón del podio, no va a haber sitio para todo el mundo y la cosa acabará a empujones. Es algo parecido a lo del ojo por ojo y, al final, todos ciegos. Cada uno quiere ser el primero y eso no puede ser. Entiendo que, una vez analizados, esos lemas lo que pretenden es referirse más a prioridades que a posiciones. Pero detecto que hay una ambigüedad perfectamente calculada en ellos (como en todo uso primario de las cosas) de cara a conseguir en la gente un efecto emocional que no les deje pensar. Unos eslóganes tan parvos y tordos lo único que ponen de relieve es el miedo que provoca al público en general comprobar que la globalización económica ya es un hecho. Y que la globalización política, que debería acompañarla para gestionarnos correctamente, se está retrasando por nuestra humana ignorancia y pereza. Deberíamos más bien desengañar a la gente y explicar que a base de titulares primarios no se arregla nada. Para comprobarlo, basta sustituir en cualquiera de los lemas las palabras «América», «Rusia» o «Cataluña» por «mis negocios particulares» y entenderán perfectamente en qué se basa toda esa acción de gobierno. Seamos prudentes y no caigamos ahora en el espejismo del «España, primero». Porque, hasta la fecha, la verdad es que, con el concepto de España, lo hemos estado haciendo en los últimos años bastante decentemente.