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Opinión

Emoción de censura

Desde mi infancia pensé, quizá ingenuamente, que esto de la política consistía en planificar la administración de las comunidades humanas; contemporizando, eso sí, con el insalvable escollo de que los proyectos administrativos están casi siempre sujetos a planteamientos ideológicos diversos que muchas veces colisionan entre sí. No queda más remedio entonces que ponerse constantemente de acuerdo y se convierten en imprescindibles el diálogo y la deliberación parlamentaria para la mejor política posible.

Parece, sin embargo, que últimamente tenemos una sorprendente e innovadora línea de planificación política que podríamos llamar del «yo tiro para adelante y a ver qué sale». No sé si, para diseñar la administración de una empresa privada que a cualquier emprendedor se le ocurriera sacar adelante, lo mejor que se podría hacer sería escoger ese argumento de «a ver qué sale» como lema de su estudio de viabilidad. Dudo también que en el mundo real, con ese planteamiento, nadie tuviera mucho éxito a la hora de convencer a inversores de cara a captar fondos para tal proyecto.

Me lo ha hecho pensar las explicaciones tan enérgicas pero erráticas que ha dado Pedro Sánchez para justificar la moción de censura que va a plantear estos días. No sabría yo decir si tal iniciativa es necesaria, practicable, justa o prudente; pero lo que está claro es que las explicaciones que ha dado Sánchez han sido más emocionales que racionales. La verdad es que el público de a pie, los gobernados de uno u otro signo, nos hemos sentido como si hubiéramos sido incrustados de golpe por error en un filme de Alfred Hitchcock. El suspense es enorme. El final está velado por la incertidumbre. La emoción es máxima. Nadie entre los protagonistas parece ser capaz de decirnos exactamente lo que va a pasar. La mayor diferencia con las obras maestras del mago del suspense sospechamos que reside en el reparto. Hitchcock siempre se distinguió por escoger los mejores artistas del momento para envolver sus retorcidas y algo morbosas historias. Pero la verdad es que, en este caso, el elenco de actores que participa me da la sensación de que no hace concebir al público muchas esperanzas.

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