Opinión

La inocencia de los «Muppets»

Dicen que los ángeles no tienen sexo y yo creía que los muñecos tampoco. O sea, sí, podían ser chicos, chicas o «Teletubbies», pero no utilizaban el sexo más que, como mucho, para que cuando se jugaba a papás y a mamás, los niños aprendieran que su aparato reproductor y el de el contrario eran distintos. Nunca pensé que existiera ningún tipo de adoctrinamiento en la materia ni que el hecho de que un muñeco sonara de una manera u otra tuviera que ver con su inclinación sexual. Sobre todo, porque a determinadas edades a los niños les importa un comino todo eso porque, afortunadamente, están a otras cosas.

La sexualización de las marionetas me parece aberrante. ¿A cuento de qué hay que meter en el ajo de la defensa de las diferentes orientaciones sexuales a los muñecos? Da lo mismo cómo suenen sus voces en los programas o cómo los interpreten en los guiñoles: los muñecos, muñecos son. Y está muy bien utilizarlos para despertar en los niños toda suerte de buenos sentimientos incluido el de igualdad, pero eso no pasa, creo, por anticipar su sexualidad. Bastante hipersexualizada está ya nuestra sociedad y bastante obsesión tienen los jóvenes con el sexo como para que adelantemos su interés por él.

El sexo es muy importante, pero no tiene que ser una constante en todos los ámbitos de nuestras vidas desde niños y desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. La inocencia de los críos y la inocencia de los «muppets» se agradece mucho en un mundo que la perdió hace tanto. Dejemos a los muñecos sin sexo y también a los ángeles. Aunque algunos no den crédito, están muy bien sin él.