Opinión

Las víctimas de Podemos

El documento de 17 puntos con el que Podemos negociará con el Gobierno los próximos Presupuestos Generales del Estado se titula: «Presupuestos con la gente dentro». Esa gente, las personas corrientes, serán las principales víctimas si las ideas económicas populistas se concretan. El impuesto a la banca es presentado como si lo fueran a pagar los banqueros, no el pueblo llano. Es dudoso. En los países donde se ha aplicado, lo han terminado pagando los usuarios de los servicios financieros. Otro tanto sucede con la fantasía de que se puede subir el Impuesto de Sociedades sin perjudicar a la gente. No es así. Mientras los populistas se rasgan las vestiduras por lo poco que pagan las empresas, lo que es falso, sus propuestas hostigarán no solo a las empresarias sino también a las trabajadoras.

Lo del impuesto a «las transacciones financieras» es claro también: es un nuevo sablazo contra la gente, salvo que se crea que solo los millonarios transaccionan. El aumento del salario mínimo a 1.000 euros conlleva el riesgo de dejar fuera del mercado a la población más joven, más débil y menos formada; es característico de la izquierda llenarse la boca hablando de «los de abajo» y luego recomendar o aplicar las políticas que más los perjudican.

Cuando hablan de bajar la factura de la luz o los impuestos a los autónomos, nunca dicen cuánto se los piensan subir a millones de trabajadoras. La principal organización de los autónomos ha estimado que más de la mitad de ellos pagarían más con estos arreglos «solidarios» de Podemos.

El cuento prosigue en el caso del IVA y el IRPF: nunca exponen la lista de productos que tendrán menos IVA, ni más, y se centran en que solo subirán los impuestos a los «ricos», para conseguir desactivar la resistencia de la gente, engañándola con la idea de que no va pagar más. Pero siempre pagará más con los populistas y socialistas variopintos.

Aparte de recuperar la bandera supuestamente progresista del ataque a la Iglesia, en Podemos también recuperan otro bulo: eliminar la «brecha» entre la fiscalidad del trabajo y el capital. ¿Bajando la del trabajo, dirá usted? Pues no, claro que no, subiendo la del capital, lo que, otra vez, castigará a millones de trabajadoras que ahorran.

Lo dicho: la gente dentro para que no escape.