Opinión

Hispanidad y mestizaje

Siempre me quedo, para definir España, con la concisa explicación que me dio Julio Iglesias: «Un país lleno de sol, rodeado de mares, lleno de pintores. Debemos aprender el pensamiento a largo plazo y dejar de descalificarnos unos a otros». España es belleza y buena vida, es capacidad de improvisación y valentía en la batalla, es simpatía y generosidad. Somos campeones en donaciones de órganos, en atraer turismo y en misioneros por el mundo.

Nuestras debilidades son la educación, siempre escasa, y las dos Españas, las de Goya y Machado. Tenemos dificultad para dialogar, nos atrincheramos. A pesar de ello, hemos sido capaces de síntesis geniales gracias a nuestra insólita capacidad para el mestizaje. El racismo elitista de otros pueblos nos produce desprecio. La sangre de indios y españoles hizo América y el español es lengua mundial gracias a ello. Hemos convivido en el Norte de África, en Filipinas, en Guinea y nos recuerdan con afecto. Pretender que la inmigración –legal o ilegal– es nuestro problema es no conocernos. ¿O es que son un problema la camarera rumana, el comerciante marroquí?

Ojo, que hay una cosa en que somos expertos. En buscarnos líos donde no los hay. Y en oscilar de un extremo a otro como un péndulo enloquecido: de monarquía a república, de Inquisición a desamortización, de centralismo a cantonalismo, de marxismo a reacción. Un poco de realismo, por favor. Nuestros problemas son los nacionalismos separatistas, la economía y la educación. No nos equivoquemos cabalgando contra molinos de viento.