Opinión

Tringly, juego de vinos

Por Joaquín Méndez Rosa (EFE)

Se juntan tres personas –o mejor tres parejas- se abre una caja, aparece una botella de vino y llegan las sorpresas. Así comienza Tringly, un juego para mayores de edad, que quieren comenzar a catar y entender los sabores, densidades y matices que ofrecen los vinos.

Es un nuevo juego de mesa que se bebe pero que basa su funcionamiento en preguntas y anécdotas. Se llama Tringly y proviene de una de las regiones más populares y reconocidas donde se produce buen vino: La Rioja, en España.

Un grupo de tres amigos tuvieron la idea: Raúl, Sara y Javier, que se encargan cada uno de una de las partes que requiere el desafío de poner en el mercado un juego de estas características: ventas, producción y marketing, entre otros trabajos. Aunque “siempre con un consenso entre los tres”.

Radicados en La Rioja indican que su relación con el vino “es de aficionados”, pero que al vivir en esta región vitivinícola tan rica “es difícil no tener contacto con el mundo del vino de alguna manera, ya que al fin y al cabo, estamos rodeados de viñas”, según confiesan.

El trío de amigos comenta que empezaron a interesarse por los caldos hace unos cuantos años, “aunque nos encontrábamos en la misma situación en la que se encuentran los clientes potenciales de nuestro juego: no teníamos conocimientos para degustar un vino en profundidad y, a veces, las catas a las que asistíamos resultaban muy alejadas de nuestros conocimientos”.

A la pregunta de ¿cómo surge la idea de realizar un juego de mesa con el vino como objeto central?, responden: “A partir de esa sensación de desconocimiento de todos los matices y características que puede transmitir un vino, y de lo alejado que está a veces este mundo de las personas de a pie”.

A partir de una maqueta del envase con un diseño llamativo, fueron creando las preguntas que aparecen en el juego, “en un principio iba a ser una especie de Trivial del vino, pero le terminaron dando un giro en el que plantean desafíos entre los participantes con pruebas hasta de habilidad•.

“Queríamos que la gente se picase jugando, y por suerte, es algo que hemos conseguido”, afirman los creadores de Tringly.

Así se juega

Se trata de un juego de mesa y es sabido que son los jóvenes quienes más interesados están en este tipo de divertimento, pero estos emprendedores viraron en sus objetivos: “Creamos el juego enfocado a la gente joven, pero una vez comenzamos a comercializarlo, nos dimos cuenta que tiene una horquilla de público más grande. Ahora lo juegan jóvenes y mayores, y el resultado que prevalece es que a la gente de cualquier edad le gusta competir y pasarlo bien, y también ayuda a socializar”.

Cuando entramos en el juego se realiza una cata de vino completa. Está ideado para tres grupos, a poder ser de dos personas cada uno, ya que así se crea una mayor complicidad entre los participantes a la hora de consensuar las respuestas.

En él se dan pruebas de habilidad, como el descorche, y pruebas sensoriales, en las que hay que distinguir color, olor y sabores del vino.

Pero sus creadores indican que el juego le va bien a cualquier persona –mayor de edad-, sean apasionados o no del vino, ya que “ofrece pistas suficientes para quienes no tienen conocimiento alguno sobre caldos. Han jugado con Tringly desde personas que no habían descorchado una botella nunca, hasta enólogos y bodegueros profesionales”.

El juego está próximo a comercializarse en países de Europa y América y también tiene una edición editada en inglés, “porque nos gustaría internacionalizar el producto, ya que pensamos que puede funcionar muy bien en otros mercados”.

Aunque trasladarlo, como pretenden, hasta países de Latinoamérica y América del Norte les está representando dificultades, en principio, al ser una empresa pequeña, por los procesos de exportación y los gastos de envío.

Vino vs. cerveza

En un mundo en el que la cerveza ha conquistado al público joven, estos emprendedores consideran que es la asignatura pendiente del vino. Así comentan: “Con Tringly, lo que intentamos es que a la gente no le dé miedo tomarse una copa de vino en una reunión de amigos, y que pueda apreciarlo de una manera divertida y, de paso, pueda aprender algo”.

Acerca de si un mayor conocimiento de sabores y cualidades del vino puede atraer a mayor número de personas hacia su consumo controlado, opinan: “Cuanto mejor conoces algo, más puedes apreciarlo. El vino es un producto que, a veces, se asocia a un precio elevado o a un grupo de edad adulto y no tiene porque ser así. Además tiene un marchamo de seriedad. No pasa nada por abrir una botella de vino y beberse una copa una tarde con unos amigos, sin que sea en el marco de una celebración. Simplemente porque te apetece, como se hace con la cerveza”.

El juego está adaptado a la botella que contiene y todos son caldos crianzas de Denominación de Origen Rioja, tanto tintos como blancos, según indican, utilizando como proveedores a bodegas pequeñas, “con vinos de calidad, previamente seleccionados en catas a ciegas por nosotros mismos”, afirman.

Además tienen claro por dónde deben moverse y matizan: ”Hay varias premisas que tiene que cumplir un vino para incorporarlo a nuestro catálogo. Normalmente elegimos crianzas, ya que en una cata entre amigos creemos que es lo más recomendable. Además, tiene que moverse en una horquilla de precios, ya que no queremos que el coste del juego sea elevado (en torno a 19,95 euros –unos 24 dólares- con gastos de envío incluidos). Y, sobre todo, nos tiene que gustar”.

Procuran que los vinos tengan características diferentes para así poder catar caldos con una gama diferente de matices y para que, si gusta el juego, el cliente pueda probar otros que incluyen en su catálogo.

Uno de los objetivos a medio plazo, además de que sea más conocido, es incorporar más vinos de otras denominaciones de origen, incluso están pensando en hacer una versión con aceites de oliva y vermuts.

Un juego en el que, quien lo prueba, lo pasa muy bien, suele repetir y se atreve a competir con sus amigos, aunque no tenga conocimientos de vino ni haya descorchado una botella de vino en su vida.